miércoles, 30 de septiembre de 2009

Love was more than just holding hands


El 9 de septiembre, se relanzó la Beatlemanía, ese movimiento nostálgico que añoraba al Cuarteto de Liverpool, como que si no hubiese buena música hoy día. Gran boom publicitario para lanzar toda la edición remasterizada y un video juego, que no es más que el Rock Band de Nintendo Wii, con las canciones de The Beatles.


Y en lugar de iniciar mi tradicional alharaca, quiero rendirme, nuevamente, a los pies de The Beatles, porque quizá sea la banda que más evolucionó desde su inicio hasta su separación, y comprendió, no tan tarde, que eran músicos, y músicos finos, y no simples maniquíes del mercado, por lo que supieron alejarse del escenario, que te llena de aplausos el ego, y no te deja pensar.


Aunque no valga de mucho, quiero ofrecerles mi lista de las diez mejores canciones de The Beatles, claro, con mi tradicional estilo de hablar muladas, pero haciendo creer como que si las sé. Así que, a partir de hoy, daré a conocer el listado, además de reflexiones de por qué incluyo la canción.


No, no se preocupen, porque Yesterday o And I love her las mandé a la mierda. Para mamonadas, mejor empiezo con ésta.

IF I FELL

If I fell in love with you

Would you promise to be true

And help me understand

‘cause I’ve been in love before

And I found that love was more

Than just holding hands

If I give my heart to you

I must be sure

From the very start

That you would love me more than her

If I trust in you, oh please

Don’t run and hide

If I love you, too, oh please,

Don’t hurt my pride like her

‘cause I couldn’t stand the pain

And I would be sad if our new love was in vain

So I hope you see that I

Would love to love you

And that she will cry

When she learns we are two

Benditos los cursis, porque de ellos será Televisa, Nuestro Mundo Joven, Cinescape y Sábado Gigante.

A pesar de que la letra refleja una clásica canción trasnochada de adolescentes, tiene ciertos méritos, que empezaron a marcar el estilo de The Beatles.


Inicialmente, la canción fue Lado B, del disco sencillo, que incluía And I love her, pero que luego fue incluida en el long play A hard day’s night (1964). Debo confesar que la primera época de The Beatles, es decir, antes de Sargent Pepper, no muy me gusta, por lo cursi.


En este disco, A hard…, marca un ligerísimo cambio, ya que, por primera vez, incluyen sólo canciones originales, es decir, no cover, siendo la mayoría de John Lennon. Además, ¡gracias a Dios!, en este LP no canta Ringo Starr.


Como cuestiones del destino, If I fell fue incluida en el lugar número tres del disco. Para quienes recuerdan cómo se manejaba antes eso del Lado A y Lado B, sabrán que la posición número 3 del primer lado, era reservado para quizá la mejor canción. Claro, The Beatles cambiaron un poco la tendencia, al incluir en el Lado B también algunas buenas canciones, pero que no eran del gusto mercadológico. Pero es meritorio que en el LP, And I love her fuera aplazada a espacios más atrás, lo que confirmaba que la canción en cuestión tuvo más éxito que su Lado B.


La canción rompió un poco el molde del clásico yeah, yeah, yeah, de The Beatles, y hacen un buen juego de voces entre John Lennon, principal, y Paul McCartney, que le hace gundas. Es notable resaltar que estas dos voces las grabaron al unísono, es decir, en un mismo micrófono al mismo tiempo. Las escalas utilizadas ya auguran lo que eran capaces de hacer estos aún adolescentes, y que potenciarían más adelante en otras canciones, que también incluiré en esta lista.


La canción también se convierte en uno de los primeros videos grabados con la intencionalidad de hacer un video. En realidad, forma parte de la película A hard day's night, en donde llegan a los estudios de la BBC, y se toman un respiro. Se mira el backstage de un escenario empezando a acomodar las cosas para un concierto por televisión en vivo. Entonces, Lennon, así como haciéndose la bestia, empieza a tocar la guitarra acústica, y le dirige la voz a Ringo Starr. Esto era porque el disco y la película, como recordarán, surgió tras una frase del baterista, al comentar que era la noche de un día duro, entonces el resto de la banda como que sentían cierta ternura hacia él, por su alma que no muy se adaptaba al trajín de la música y el mercadeo a gran escala.


Ringo Starr, acerca la batería, sugiriendo que no estaban listos, pero que simplemente se estaban divirtiendo, ni siquiera ensayando, lo que también resalta una característica de The Beatles, que eran generosos para tocar, y despilfarraban el tiempo simplemente tocando e intentando melodías y armonías originales.


El zurdo Paul McCartney toca el bajo, que no luce mucho, ya que prefirió concentrarse en hacer la difícil segunda voz. En cambio, la guitarra eléctrica de George Harrison es la que le da brillo al acompañamiento musical.


Ubico a esta canción en el décimo lugar; es cierto, The Beatles quizá tengan mejores, pero esta vale la pena, además de que también me recuerda cosas de mi vida personal.


TOP TEN

Mi lista, por el momento, va así.

1. _ _ _ / _ _ _ _

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3. _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ / _ _ _ _ _ _ / _ _ _ _ _ _ _

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8. _ _ _ _ _ _ _ _ _

9. _ _ _ _ _ _ _ / _ _ _ _ _

10. If I fell


Foto: Portada de A hard day's night


Dedicado a quien me pide que confíe.

lunes, 28 de septiembre de 2009

El eterno retorno a la niñez


A mi niño, porque yo también lo fui algún día, aunque ahora ya no se me note.


En esta semana, celebraremos de nuevo la fiesta del Día del Niño, conmemoración que se realiza casi siempre en establecimientos educativos y que, en la mayoría de los casos, pasa inadvertida en el hogar; en otras palabras, tiene significación para los infantes, mas no para los adultos. Para esta ocasión, haremos un retorno a ese período (¿feliz?) de nuestras vidas e indagaremos sobre la importancia del retorno, el eterno retorno a la niñez.


Por alguna razón, de vez en cuando se nos vienen a la mente imágenes de cuando éramos niños. ¿Necesidad psicológica, o simplemente efecto mental? Quién sabe; pero sin duda, el buscar cobijo en los recurdos de la niñez podría revelarnos cosas de nosotros mismos que, quizá, no queremos aceptar.


Y es que el añorar los brazos de mamá, tal vez es síntoma de los sentimientos de inseguridad que emanan de las sociedades actuales; o querer retornar a esa etapa feliz y sin preocupaciones, quizá refleje un estado de mucho estrés laboral o cuando se tienen miedo a asumir ciertas responsabilidades. ¿Qué más quisiera uno retornar a la niñez, cuando la única preocupación era estudiar, y no afrontar deudas, difíciles reuniones de trabajo o decisiones que podrían afectar a personas, incluso familias?


El referente más famoso, dentro de las letras universales, quizá sea el de las historias de Peter Pan, personaje creado por James Matthew Barrie, y que adquirió fama mundial gracias a la adaptación que la compañía Disney hiciera para el cine.


ARGUMENTO


Peter Pan, para quienes no están familiarizados con la obra, es un niño, que cuando era un bebé, salió volando por la ventana de su cuarto, mientras su madre dormía; Peter no había perdido la fe en que podía volar, por lo que salió levitado por la ventana, voló directo y de regreso a los Jardines de Kensington, donde está el lago donde se encuentra la isla de Nunca Jamás.


Peter vuela hasta la ventana de la familia Darling, porque le gustaban los cuentos de la hija mayor, Wendy, pero es la Sra. Darling quien lo ve antes que Wendy y sus hermanos. Poco después se le menciona como el niño que cuida y guía a las almas de los niños muertos antes de tiempo al más allá. Después de invitar a Wendy y aceptar llevar a sus hermanos a Nunca Jamás, viven varias aventuras hasta su terrible combate con James H. Garfio, su némesis.


Peter invita a la niña Wendy Darling al País de Nunca Jamás para que sea la madre de su pandilla de "los niños perdidos". Ésta acompaña a Peter a Nunca Jamás, porque le gusta la idea de ser una madre, y despierta a sus hermanos Michael y John para que también vayan con ella.


El Capitán Garfio le hace ver que huyó de su casa y que pudo ser una decepción para sus padres, esa acción tan precipitada. Tanto Peter como Garfio la quieren como madre, por su talento para contar cuentos y por su gran cariño y sensibilidad. Después de volver a casa, ella se queda en la casa de sus padres tras adoptar a los niños perdidos. Oficialmente tiene una hija llamada Jane y un segundo hijo llamado Danny.


Al final, Wendy decide que su verdadero espacio para vivir se encuentra en su hogar al lado de sus padres y por ello lleva a sus hermanos de regreso a Londres, mientras que Peter Pan se queda en Nunca Jamás, prometiendo a su compañera de juegos volver repetidamente a visitarla.


ANÁLISIS


El análisis psicológico de Peter Pan nos conduce a descubrimientos realmente asombrosos. En primera instancia, hay que revelar o recordar, que Barrie creó el personaje a través de historias que contaba a los hijos de su amiga Sylvia Llewelyn Davies. Al revisar la biografía de este escritor, se observa que su hermano mayor David, murió a los trece años de edad en un accidente.


Bien podría considerarse que, inicialmente, Peter Pan es la sublimación de ese niño muerto. Dentro de la obra, al protagonista se le otorga esa capacidad de guiar las almas de los niños muertos antes de tiempo al país de Nunca Jamás. Sin embargo, el personaje adquiere una complejidad superior a ello.


De acuerdo al cuento de Barrie, Peter es representado como un pequeño niño que se rehúsa a crecer y que habita -junto a un grupo conformado por niños con el mismo rango de edad que él, y que son llamados Niños Perdidos -, el país de Nunca Jamás, una isla donde conviven tanto piratas como hadas y sirenas, y en donde Pan vive numerosas aventuras fantásticas durante toda la eternidad.


Rehusar crecer es un síntoma -incluso común- entre todas las personas, sobre todo cuando se enfrentan a cambios drásticos de la vida, como cuando se empieza la universidad o a trabajar; cuando se deciden a comprar automóvil o casa; cuando se cumplen años redondos (25, 30,40 años, sobre todo), o en etapas de mucha tensión por responsabilidades que deben asumir.


Sin embargo, no debería simplemente identificarse la psicología de este personaja como el “no querer asumir responsabilidad”. Al contrario, Peter Pan se torna valiente y se enfrenta siempre a su enemigo, el capitán Garfio.


Este pirata no es el opuesto exacto de Peter Pan. Al contrario, ambos pelean por poseer a Wendy, la personificación de la madre, y que, a su vez, personifica la seguridad y el cariño de la infancia, dos sensaciones básicas para el buen desenvolvimiento del adulto. Quien careció de estas sensaciones, comúnmente suele tener problemas de inseguridad y de baja autoestima, lo cual se le atribuye a Garfio.


Es decir, Garfio y Peter son las representaciones de cómo asumir las responsabilidades: el primero con inmadurez, violencia e ineptitud, y el segundo con valentía, la cual sólo puede ser explicada por esa confianza que nos da la niñez.


EL RETORNO A LA NIÑEZ


No sólo Barrie ha indagado en ese retorno a la niñez. De hecho, esto es un leit motiv dentro de la literatura universal; como dos ejemplos famosos, incluimos en este mismo trabajo, un fragmento de Las confesiones de un pequeño filósofo del escritor español Azorín, y otro fragmento de Dibujos de ciego, del guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.


Pero, ¿por qué esta necesidad de retornar a la niñez? Como ya se sugirió anteriormente, usualmente surge esta necesidad en períodos de mucho estrés o de inseguridad, y se quiere, pues, regresar a una etapa en que se tuvo todo eso, como para recordar cómo se hace o cómo se vive.


Como reflexión personal -aunque no sé si sea válida- considero que dentro de las sociedades actuales hemos perdido esa capacidad de volver a la niñez, a recordar períodos mejores. Es cierto, el cree que “todo tiempo pasado fue mejor” revela también incapacidad de adaptarse a los cambios del tiempos.


Sin embargo, con el retorno a la niñez me refiero a esa capacidad básica de volver a nuestra esencia, sin que el sensor del Superyó (en términos del Psicoanálisis) se haya apoderado de nosotros. Mi idea, básicamente, es que la niñez es ajena a egoísmos mal sanos, a corrupciones, a envidias mortales, y un largo etcétera de vicios que son propios de los adultos.


Hay que recordar la extensa alegoría de El señor de los Anillos, en donde Frodo, la personificación de la niñez, es el único capaz de llevar la argolla -que representa el poder- sin que se le corrompa el corazón. En cambio, el resto de personajes -adultos todos- no pueden resistir al anillo-poder y están dispuestos a mentir, matar y a hacer cualquier cosa por obtenerlo.


Cardoza, en Dibujos de ciego, nos ofrece visiones interesantes de la niñez, como que cuando recordamos a la infancia, no es que recordemos cómo fuimos de chiquillos, sino que es el niño que nos sueña siendo adulto. ¿Se habrá preguntado usted qué pensaría ese niño que fue sobre lo que actualmente es? No sé la vida personal de cada quien, pero creo que nuestro niño tendría mucho qué reclamarnos, sobre todo porque quizá no seamos el adulto que él soñó. Sólo esta idea me da ilusión que, algún día, al menos los políticos la tuvieran, y creo que con ese retorno a la niñez, el mundo sería mejor. Mientras nos formulamos estas preguntas, deseemos a nuestros infantes un feliz día este próximo jueves, y, ¡quién sabe!, quizá nuestro niño interior se despierte y nos diga unas cuantas verdades.


INDIGNACIÓN

No he podido resistir al deseo de visitar el colegio en que transcurrió mi niñez. “No entres en esos claustros -me decía una voz interior-, vas a destruirte una ilusión consoldarora. Los sitios en que se deslizaron nuestros primeros años no se deben volver a ver; así conservamos engrandecidos los recuredos de cosas que en la realidad son insignificantes.” Pero yo he atendido esta instigación interna; insensiblemente me he encontrado en la puerta del colegio; luego he subido lentamente las viejas escaleras. Todo está en silencio; en la lejanía se oye el coro monótono, plañidero, de la escuela de niños.


Siento una opresión vaga cuando entro en el largo salón con piso de madera, en que mis pasos hacen un sordo ruido; como en mi infancia, me detengo emocionado. Levanto los ojos; a lo lejos, al otro lado del patio, en el observatorio, el anemómetro con sus cacitos sigue girando. No ha parado desde entonces; corre siempre, siempre, sobre la ciudad, sobre los hombres, indiferente a sus alegrías y a sus pesares.


He subido las mismas escaleras, ya desgastadas, que tantas veces he pisado para subir al dormitorio. Aquí, en un rellano, había una ventana por la que por la que se columbraba el verde paisaje de la huerta; yo echaba siempre por ella una mirada hacia los herrenes y los árboles. Ahora han cubierto sus cristales con papel de colores. Ya no se ve nada; yo he sentido una indignación sorda. Luego, cuando he querido penetrar en el salón de estudio, he visto que ya no está donde se hallaba; lo han trasladado a una sala interior. Desde sus ventanas ya tampoco se apacentarán las infantiles y ávidas imaginaciones con el suave y confortante panorama de la vega; los ojos, cansados de las páginas áridas, no podrán ya volverse hacia este paisaje sosegado y recibir el efluvio amoroso y supremamente educador de la Naturaleza…


¿Tenía yo razón para volverme a indignar? Sí, yo me he vuelto a indignar en la medida discreta que me permite mi pequeña filosofía. Y después, cuando ha tocado una campana y he visto cruzar a lo lejos una larga fila de colegiales con sus largas blusas, yo, aunque pequeño filósofo, me he estremecido, porque he tenido un instante, al ver estos niños, la percepción aguda y terrible de que “todo es uno y lo mismo”, como decía otro filósofo, no tan pequeño; es decir, de que era yo en persona que tornaba a vivir en estos claustros; de que eran mis afanes, mis inquietudes y mis anhelos que volvían a comenzar en un ritornelo doloroso y perdurable. Y entonces me he alejado un poco triste, cabizbajo, apoyado en mi indefectible paraguas rojo.

Azorín

Confesiones de un pequeño filósofo


COMO SI FUERAS TU BISNIETO

La infancia te está resoñando; y no tú a la infancia, soñada por la infancia de todos, siempre única. No la inventas ni la recuerdas ni la sueñas. Crees que la exhumas; ella te exhuma y autopsia sobre sus rodillas vagabundas. Cuando se evoca y se invoca se piensa en el tiempo que falta por vivir y se imagina lo vivido. Te asomas a tu prehistoria, y tu rostro no es tu rostro. ¿Quién es aquel niño?¿Quién es? Ya no puedes cambiar tu muerte ni tu vida. La memoria díscola, tumbos de la noche en tus sienes, proyecta su sombra sobre el futuro, en donde vas queriendo identificar a tus hijos, como si fueras el padre de tus abuelos. Como si fueras tu bisnieto. Le eres ya tan extraño como ella te es extraña. A piedra y nube, te vive nuevamente, bajándote cielo, como los pájaros a los árboles. Diálogo de sordomudos cuyos ininteligibles sistemas de señales se crearon en universos distintos. Algunos fósiles, sin que los convoques, barajan edades, alzan el vuelo de la cripta de familiar al porvenir. Algo raigal los liga aparte de su invalidez, el hormiguero de resonancias, esa suerte de prenatales memorias de ultratumbas, en que la noche, la niña o la flor son dueñas de tensión cargadas de espera.

Luis Cardoza y Aragón

Dibujos de ciego