miércoles, 20 de junio de 2007

La democracia es un juego

Cada cuatro años, el TSE nos hace creer que tenemos el poder de cambiar al país con nuestro voto. Al menos, deberíamos creernos eso cada año.

La democracia en Guatemala es un juego que se organiza cada cuatro años. La culpa no es de los partidos; en la legislación guatemalteca se establece que éstos no pueden hacer campaña, sino hasta que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) convoque a elecciones. De ahí, nos quejamos de que los partidos sólo salen para entonces.
Para evitar excesos, el TSE instituyó un reglamento, para hacer más justo el gasto de los partidos en sus campañas. Estoy de acuerdo en que el gasto de las campañas electorales están fuera de control, pero creo que no es la estrategia para evitarlo. En Guatemala, la masa de la población votará por la canción más pegajosa o por quien entregue la mejor lámina, sin importar la propuesta que pueda tener un candidato.
Para ello, creo que la población tiene derecho a conocer a los candidatos, no tres meses antes de las elecciones, sino que deberían conocerse desde el mismo momento en que el nuevo presidente tome posesión.
Una oposición inteligente, integrada por los aspirantes a la presidencia, haría mucho bien al país. Incluso, fuera de orgullos personales, los mandatarios podrían entablar constantes diálogos con los candidatos, para que ellos aporten ideas para gobernar al país.
El TSE, en lugar de “alcahuetear” a los partidos, deberían realizar constantes debates durante los cuatro años de gobierno, con los candidatos a la presidencia. De esa manera, sería casi imposible “improvisar” a un candidato sólo para que jale las elecciones a los diputados.
Se podría legislar para que el TSE tuviera un espacio determinado en los medios de comunicación, para dar a conocer, en espacios iguales para todos los partidos, las opiniones de los candidatos, a fin de que se conozca la propuesta de todos, y se logre dar un verdadero diálogo político en el país. Ayer, por ejemplo, los partidos políticos “pequeños” se quejaban de la falta de espacios en los medios de comunicación, y tienen razón, pues, por muy poco porcentaje tengan en las encuestas, al menos podrían aportar ideas para enriquecer el diálogo político en Guatemala.
El Incep tenía una propuesta interesante sobre intercalar las elecciones; es decir, que un año sean las de las autoridades municipales, otro para presidente, y otro para diputados. Pese al riesgo de provocar mayor abstencionismo (ya que son las elecciones a alcaldes las que realmente jalan a las personas para votar en el interior), esta propuesta podría servir para que, al menos, la democracia no se juegue sólo cada cuatro años.

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