miércoles, 18 de julio de 2007

Más allá de mis narices

Y más de uno dirá que ya era hora y mi sombra empezará a mirarme con respeto.
Benedetti

Hasta hace algunos meses, era placentero escribir; además, era un acto, para mí, propositivo. Recuerdo que mi primer reportaje periodístico fue sobre un fenómemo astronómico sin importancia, pero interesante. Poco a poco, me fui emocionando con el hecho de escribir, y de vez en cuando yo mismo me sorprendía por los artículos que fueron saliendo.
Varias veces, por un poco de vanidad, he intentado rastrear por Internet mis artículos; he visto, por ejemplo, uno sobre Otto René Castillo en España; otro sobre Otto-Raúl González reproducido en México; uno sobre Baudrillard en Colombia. Mis reseñas sobre libros cuelgan de las páginas de las editoriales.
Artículos sobre política, economía o salud, reproducidas en páginas especializadas de Internet. Me he visto citado, ya, en tesis universitarias. También, he visto mis artículos reproducidos sólo en su texto, sin atribuirles el autor. No importa; mi intención no es buscar fama. Otras veces, he escrito anónimamente, debido a los peligroso de algunos temas, o simplemente por aburrición.
Me han escrito algunas felicitaciones, pero han sido más las críticas negativas.
Antes, los temas fluían con mayor soltura; hasta hace algunos meses, era placentero escribir. Me he dado cuenta, empero, que mis artículos han sido inútiles. Que todo esfuerzo, que toda crítica contra lo malo, sólo ha provocado caspa en las personas, pero no un cambio. HOY, ME DOY POR VENCIDO.
“Menos mal que me conozco”, diría Benedetti, y a pesar de mi cansancio, sé que algún día dará fruto mi esfuerzo y el de otras personas.
Sé que algún día, como Pinochet, morirán todos los dictadores, y “volverán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas”, como dice Milanés.
Sé que algún día, se abrirán los archivos militares, y se declararán los genocidios en Guatemala, así como sucedió con la masacre de Tlatelolco.
Sé que otro Papa cerrará de nuevo al Infierno, y declarará que las misas sólo deban decirse en el idioma materno del pueblo.
Sé que habrá más reencuentros de familiares desaparecidos en la guerra, y que la honra de los muertos inocentes serán estribillos en la boca del pueblo.
Pues, yo creo en la resurrección, o en la reencarnación, o en la reivindicación o en el retorno del ave fénix, como quieran llamarle las religiones. En cualquiera de los casos, creo en que lo muerto, algún día renacerá, y la dignidad humana levantará la cabeza, se recordará que otras veces ya ha salido adelante, pese a la adversidad. Como dice la canción, se hará un nudo en el pañuelo, y se le olvidará que no sería la única vez, y seguirá cantando.

1 comentario:

Javier Estrada Tobar dijo...

Ante las adversidades y decepciones que la vida ofrezca, es obligación del poeta continuar luchando por que sus letras tengan sentido hasta en el más insensible de los lectores.