jueves, 31 de enero de 2008

El abandonao que no engrasó su carreta

Hoy, el célebre cantautor y folclorista argentino Atahualpa Yupanqui cumpliría cien años de nacido. Él es el más importante músico argentino, quien inició la huella para que otros latinoamericanos continuaran su legado: Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Jorge Cafrune, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Víctor Jara, Ángel Parra y Marie Laforêt, entre muchos otros.
Su nombre original era Héctor Roberto Chavero Aramburo, hijo de un descendiente quechua y su madre vasca.
Creció en la pura pampa; uno de sus textos, El canto del viento, expresan su amor más profundo al campo:
"mientras a lo largo de los campos se extendía la sombra del crepúsculo, las guitarras de la pampa comenzaban su antigua brujería, tejiendo una red de emociones y recuerdos con asuntos inolvidables. Eran estilos de serenos compases, de un claro y nostálgico discurso, en el que cabían todas las palabras que inspirara la llanura infinita, su trebolar, su monte, el solitario ombú, el galope de los potros, las cosas del amor ausente. Eran milongas pausadas, en el tono de do mayor o mi menor, modos utilizados por los paisanos para decir las cosas objetivas, para narrar con tono lírico los sucesos de la pampa. El canto era la única voz en la penumbra. Así, en infinitas tardes, fui penetrando en el canto de la llanura, gracias a esos paisanos. Ellos fueron mis maestros. Ellos, y luego multitud de paisanos que la vida me fue arrimando con el tiempo. Cada cual tenía 'su' estilo. Cada cual expresaba, tocando o cantando, los asuntos que la pampa le dictaba".
Aun cuando fue escritor y estudioso del folclor, es más recordado como músico, de donde no se le puede separar de su guitarra. Intentó con el violín, del cual fracasó, pero su puro amor fue la guitarra.Nuevamente, en El canto del viento, comenta sobre su instrumento musical:
"Muchas mañanas, la guitarra de Bautista Almirón llenaba la casa y los rosales del patio con los preludios de Fernando Sor, de Costes, con las acuarelas prodigiosas de Albeniz, Granados, con Tárrega, maestro de maestros, con las transcripciones de Pujol, con Schubert, Liszt, Beethoven, Bach, Schumann. Toda la literatura guitarrística pasaba por la oscura guitarra del maestro Almirón, como derramando bendiciones sobre el mundo nuevo de un muchacho del campo, que penetraba en un continente encantado, sintiendo que esa música, en su corazón, se tornaba tan sagrada que igualaba en virtud al cantar solitario de los gauchos."
Desde joven empezó a firmar sus poemas como Atahualpa Yupanqui. Su conocimiento de la cultura quechua le hizo componer este nombre, que significa, etimológicamente, "el que viene de lejanas tierras para contar algo".
La revista del Partido Comunista de Argentina publicó una entrevista con el también artista gaucho Mocho Mierez, uno de los entrañables amigos de Atahualpa Yupanqui, a manera de homenaje en su centenario. Algunos fragmentos de esta entrevista está transcrita a continuación.
¿Dónde lo conociste?
En un subsuelo de Av. de Mayo, con mi papá, mi mamá, eran maestros, y mis dos hermanitas. Era como ver cristalizado un sueño, por que vos ibas flotando en el medio del Paraná e ibas mirando las ciudades, el campo, en esa época había yacarés y los veíamos como se acercaban...
Estamos hablando de un pibe de 6 años que viene en ese viaje mágico a Buenos Aires y vive un momento mágico: encontrarse con Atahualpa.Yo lo conocí a Atahualpa porque mi papá era un gran admirador y gran amigo de él, tal es así que tenía todas las ediciones de su música y las de Gardel. Mi papá tocaba la guitarra, tocaba muy bien. Fue mi primer maestro de guitarra y eso nos unió?
Y cómo fue ese momento, en que lo viste por primera vez?
En la peña Mi Rancho, que estaba en un hotel, hasta hace unos diez años, no recuerdo cómo se llamaba, pero bajábamos a la izquierda, estaba atestado y mi papa pidió permiso, porque tenía entradas, nos sentamos y antes de escucharlo fuimos a saludarlo, todavía no estaba actuando. "Le vengo a presentar a mi hijo". "Buena astilla tiene que ser", dijo Atahualpa. Después nos vimos en distintas oportunidades. Aquí en Buenos Aires, siempre fue revelador, se sentaba conmigo a tomar un café interminable. No me daba cuenta de lo que pasaba; cuando murió mi papá él estaba en Europa, como a los tres o cuatro años viene, lo voy a ver y le digo: "Don Ata, mi papá se ha ido, me dejó encargado que lo saludara". Me abrazó diciendo: "Usted tiene con qué consolarse, tiene su guitarra".
¿Qué es lo que hoy, pasados unos cuantos años, valorás de lo que aprendiste de Atahualpa?
A cantar siempre la verdad. Así me esté cayendo voy a cantar la verdad, porque en las arenas bailan los remolinos, la primera canción que hizo, y las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas, está todo ahí, todo resumido ahí, en su primera canción.
Matarlo y callar una voz que hoy, a cien años de su natalicio, sigue totalmente viva?
Viva no solamente en la canción folclórica, se ha trasladado al rock, al tango, a infinidad de modalidades que no registramos, porque es el más cantado. Y sería aun más cantado si tuviéramos un posibilidad cierta en un mundo no tan contradictorio como éste, una posibilidad de difusión de la canción folclórica. Hay infinidad de artistas que no tienen la posibilidad de grabar, ni siquiera de actuar.

1 comentario:

Black dijo...

EXCELENTE, EXCELENTE, ME ENCANTO Y DISFRUTO TANTO LEER DE SU VIDA COMO VOLVER A ESCUCHARLO, LASTIMA QUE LA MAYORIA DE GENTE NO LE CONOZCA POR ESTAS TIERRAS