miércoles, 9 de abril de 2008

Farewell

En Guatemala, y en el mundo en general, la palabra empatía no significa gran cosa, obviamente por la falta de esta actitud, que consiste en ponerse en los zapatos del otro, no para criticarlo ni para ver cómo se le puede ayudar, sino que, simplemente, para comprenderlo.
Hoy día, cotidianamente, decenas de instituciones presentan informes: sobre la niñez, sobre la violencia familiar, sobre la mujer, sobre el migrante..., pero nosotros, en nuestra falta de empatía, somos incapaces de sentir lo que se dice en esos informes, porque no nos atañe. Incluso, a veces, esos informes dicen algo de nosotros, pero no logramos discernirlo.
En especial, cuando se trata sobre los gravísimos informes sobre la niñez en Guatemala, en donde se ubica al país como el último en Centroamérica y uno de los peores de Latinoamérica, deberíamos reflexionar sobre el tema, sobre todo porque la mayoría de personas, alguna vez, fuimos niños, aunque a algunos ya no se les nota.
¿Recuerda usted cómo era de niño? Si usted pudiera conversar con el niño que fue, ¿qué le diría ese niño?
Luis Cardoza y Aragón, en Dibujos de ciego, decía sobre la niñez:

La infancia te está resoñando; y no tú a la infancia, soñada por la infancia de todos, siempre única. No la inventas ni la recuerdas ni la sueñas. Crees que la exhumas; ella te exhuma y autopsia sobre sus rodillas vagabundas. Cuando se evoca y se invoca se piensa en el tiempo que falta por vivir y se imagina lo vivido. Te asomas a tu prehistoria, y tu rostro no es tu rostro. ¿Quién es aquel niño? ¿Quién es? Ya no puedes cambiar tu muerte ni tu vida. La memoria díscola, tumbos de la noche en tus sienes, proyecta su sombra sobre el futuro, en donde vas queriendo identificar a tus hijos, como si fueras el padre de tus abuelos. Como si fueras tu bisnieto.

Seguramente, usted deberá recordar todas esas oportunidades que tuvo que le hicieron ser quien es ahora; aunque talvez no las mejores oportunidades, pero las tuvo. De la misma forma, la niñez guatemalteca merece que tengan oportunidades. Los niños aún no pueden definir por sí mismos su futuro y por ello debemos preocuparnos que, al menos, no sufran discriminaciones, enfermedades crónicas, desnutrición, golpes, analfabetismo, en fin, es decir, ningún tipo de violencia.
Trate de revisar su niñez y vuelva a hablar con el patojo que fue: el mocoso; la que jugaba con la misma muñeca siempre; el que no le gustaba matemáticas; la que jugaba a cantar y a ser artista famosa; el que siempre salía bien peinadito por su mamá y regresaba desarreglado; la que soñaba con ser como su mamá. Piense que ese mismo niño, como dice Cardoza, son todos los niños y procúreles el bien (su bien).
Pablo Neruda, en su primer libro publicado Crepusculario, cantaba un poema a su niñez, titulado "Farewell", que decía:

Desde el fondo de ti, y arrodillado,

un niño triste como yo, nos mira. (...)

...Desde tu corazón me dice adiós un niño.

Y yo le digo adiós.

Hoy se presenta el Encuentro Nacional de la Primera Infancia, por lo que es buena oportunidad de recordar nuestra niñez y procurar que los pequeños de hoy día gocen de mejores condiciones que nosotros.

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