martes, 8 de diciembre de 2009

El Pibe 10 contra el Diábolo (árbitro: William Boo)


- PRESENTADOR: El Pibe 10, la personificación de la juventud y la niñez argentina, hoy se bate en duelo contra el Diábolo, mefistofélica figura, que inunda de azufre el ambiente, y que, pese a no ser buen luchador, a veces gana. El árbitro del encuentro, es el corrupto William Boo

- EL PÚBLICO: ¡BUUUUUUUU!


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La anciana estaba muy triste. Desde que sufrió el derrame cerebral, su familia la ha hecho sentir como un estorbo. Sobre todo hoy, 7 de diciembre, cuando en la ciudad de Guatemala y otros centros urbanos del país se celebra la Quema del Diablo, ella quería rememorar por última vez su niñez con esta actividad que da inicio a la Navidad.


- HIJO MALAGRADECIDO: ¡Ay, mama! ¡Qué chinga! No ve que ahora dicen que no hay que quemar el diablo.



Ella sólo lo observa. Desde el derrame, no puede hablar. Pero el hijo, aunque desagradecido, siente compasión. Y lleva a la anciana en su silla de ruedas, y toma unos cuantos periódicos y los coloca frente a la casa.


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-TUCTUQUERO: El turismo empezó a bajar, sobre todo desde que la cianobacteria afectó al que llaman el lago más hermoso del mundo. Desde hace tiempo, Panajachel se había convertido en un caos, porque nadie nos enseñó a explotar nuestro potencial. Todos nos abalanzábamos sobre los turistas, tirábamos el aceite en el lago, pasábamos con los tuctucs sobre la calle peatonal. Por eso, ahora debemos esperar que llegue la época fría, porque según dicen, la cianobacteria prolifera con el calor, y que esperan que con el frío, así dicen, se va a morir. Mientras tanto, no tenemos más que aguantar.

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- AYUDANTE DE PILOTO: Yo creo que a vos ya te tienen fichado, maje.

- PILOTO: Simón, vos, pero yo ya no puedo seguir así. Así que si vienen, les tengo una sorpresita.



Desde hace casi tres años, pandilleros encontraron su gallina de los huevos de oro al extorsionar a los pilotos del servicio de bus urbano y extraurbano. Si no pagan, los matan.


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- PRESENTADOR: Señor, Boo, por favor, pórtese bien. No ve que lo que hace el Diábolo es ilegal.


Y el Diábolo golpea sin misericordia al Pibe 10.


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- ANCIANA: (para sí misma) ¡Qué desacaro! Que la Quema del Diablo contamina, dicen. Yo tenía un río que era cristalino y tomaba agua de él. Caminaba por una calle llena de árboles, refrescándome en la sombra. Mis montañas eran verdes… Y al Diablo lo quemamos desde hace añales. Contaminación la de las mineras, pero los nagüilones de los ambientalistas ahí sí no dicen nada, porque tienen miedo. Prefieren molestarnos a nosotros.


Sus ojos le brillaban, encendidos por el odio de una vida que ya se le había ido, aunque el fulgor sobre sus pupilas seguramente sólo era el reflejo del fogarón que su hijo malagradecido recién había encendido.


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- TUCTUQUERO: Y no sólo aguantar que no tenemos dinero, sino que aguantar a este cerote que estaba robando… Ya mero va a venir la policía y va a decir que lo dejemos libre. Seguramente, los policías tienen trato con los ladrones, y los sueltan, y nosotros bien pizados. Pero, no, esta vez no será así.


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- AYUDANTE DE PILOTO: Pero siempre tené cuidado vos. Ya sabés que podés ser el próximo.


Mientras tanto, el Piloto encendía el autobús y empezaba a avanzar, dispuesto a todo. Manejaba con precaución. Intentaba alargar su vista dos cuadras adelante, para ver si divisaba a su posible victimario. También miraba por su retrovisor, para ver si no lo iban a sorprender por detrás.


- PILOTO: No tengás pena, vas a ver que no me pasa nada. Lo que tenemos que hacer es eliminar a todos esos demonios.


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- PRESENTADOR: El Pibe 10 reacciona (se oye la algarabía de los niños espectadores). ¡Eso es!, dale duro, Pibe 10.


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El victimario se había subido varias cuadras atrás, pero se había sentado con los pasajeros. El Piloto no lo conocía, pero estaba pendiente de cualquier persona sospechosa. Varios metros después, el victimario se paró, pero en lugar de irse a la salida, desenfundó su pistola y estaba dispuesto a sorprender por la espalda al Piloto. Una pasajera gritó del susto. Entonces, el Piloto, alertado por el alarido, sacó también su pistola, y sin apuntar bien siquiera, se gastó los seis disparos que tenía. Se quedó inmóvil un momento, y luego reaccionó y se fue corriendo.


- PILOTO: (al ayudante) Si te preguntan por mí, deciles que no sabés qué me hice.


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- ANCIANA: Y para que este mi hijo desagradecido aprenda a valorarme, hoy por la noche ya no voy a hacer el esfuerzo por vivir, y voy a dejar de respirar, simplemente.


Decía mientras quemaba sus últimos alientos de vida en el fogarón que ya empezaba a extinguirse.


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- TUCTUQUERO: Y si viene la policía, también los vamos a quemar.


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MÚSICA DE FONDO: Diez, diez, diez, diez, diez, Es el Pibe Diez.

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