(Se apaga la música y se encienden las luces paulatinamente. Todos los personajes principales aparecerán sin sus investiduras de batalla. Sólo BALAM conserva aún las plumas. Todo el CORO se encuentra alrededor del trono. BALAM, sentado sobre éste, tiene la cabeza baja oprimida por sus manos. BATZ entra llorando desconsoladamente por la derecha. BALAM al escuchar los quejidos levanta la cabeza.)
BALAM.— ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde se encuentra tu alegría que tanta falta me hace en este momento?
BATZ.— Balam, vos mejor que nadie debés saber que no todo en esta vida es alegría. En cuanto a mi llanto, debo decirte que se debe a una de las mayores desgracias que ha ocurrido al pie de estos azules y altos montes. Pero, mejor miralo por vos mismo. (Por la derecha entra QUEJ cargando el cuerpo sin vida de TIXL. Lo coloca al centro del escenario.)
BALAM.— ¿Qué ha ocurrido?
QUEJ.— Que nuestro querido hermano, glorioso nieto de los ahuehuetes, Tixl ha muerto defendiendo nuestra amurallada ciudad.
BALAM.— Pero, ¿acaso nuestros dioses se han olvidado de nosotros?
ICBOLAY.— (Aparece por la derecha.) Vos mejor que nadie sabés que las guerras no son justas, y que muchos grandes hombres y mujeres(4) han muerto en ellas. (BALAM se lanza saltando en cuatro patas sobre TIXL y llora enterrando la cara en su pecho. Silencio prolongado para provocar mayor tensión.) Además, no son las únicas noticias malas. (BALAM se repone y se pone de pie.) La comida se acabó por completo. Incluso, ya hemos comido hasta nuestra ropa.
BALAM.— (Camina en cuatro patas en círculos por todo el escenario.) Pero debemos seguir luchando. (Al CORO.) Odio verlos ahí con tanto temor, y sobre todo con hambre. He aquí un hombre que dio su vida y su muerte por la libertad de nuestra amurallada ciudad. Si lo conocí como ciertamente sé que lo hice, sabría que Tixl quisiera dar más por su pueblo, hasta su última gota de sangre. Así que, aquí (Señalando a TIXL.) tienen su alimento. Devórenlo sin escrúpulos, porque ustedes saben que esta muerte debe tener un saldo positivo para el pueblo. (El CORO, con la mirada perdida, se abalanza a empujones hacia TIXL, y se lo llevan por la izquierda.)
ICBOLAY.— ¿Pero, qué te sucede? Acaso no te das cuenta de la realidad.
BALAM.— Claro que sí; y la realidad me ha mostrado que mi mejor guerrero está muerto.
QUEJ.— Ahora hablás en singular, cuando es la costumbre de nuestros abuelos hacerlo en plural. Yo siempre he sido el portador de la palabra, sea ésta buena o mala, y he de decirte que en tus palabras ya no se denota el sentimiento de que eres pueblo.
BALAM.— Claro que no soy pueblo. ¡Yo soy su líder!
BATZ.— El pueblo ya no ríe. El pueblo sufre. Ni siquiera puede cubrir sus necesidades básicas, las físicas como comer, ni las espirituales como reír.
BALAM.— A veces hay que sacrificarse...
ICBOLAY.— Debo hacerte una última advertencia. Has roto tu destino, y éste concluirá trágicamente si no recapacitas. No te has dado cuenta que desde hace mucho tiempo hemos estado devorándonos entre nosotros. Y hoy es la muestra última, que hemos arrancado a mordidas la carne y el espíritu de nuestro hermano Tixl. ¿Hasta dónde puedes continuar? (Se apagan de golpe las luces, pero sin sonar aún la música triste.)
BALAM.— (En oscuridad.) Ya no puedo continuar.
BATZ.— Balam, vos mejor que nadie debés saber que no todo en esta vida es alegría. En cuanto a mi llanto, debo decirte que se debe a una de las mayores desgracias que ha ocurrido al pie de estos azules y altos montes. Pero, mejor miralo por vos mismo. (Por la derecha entra QUEJ cargando el cuerpo sin vida de TIXL. Lo coloca al centro del escenario.)
BALAM.— ¿Qué ha ocurrido?
QUEJ.— Que nuestro querido hermano, glorioso nieto de los ahuehuetes, Tixl ha muerto defendiendo nuestra amurallada ciudad.
BALAM.— Pero, ¿acaso nuestros dioses se han olvidado de nosotros?
ICBOLAY.— (Aparece por la derecha.) Vos mejor que nadie sabés que las guerras no son justas, y que muchos grandes hombres y mujeres(4) han muerto en ellas. (BALAM se lanza saltando en cuatro patas sobre TIXL y llora enterrando la cara en su pecho. Silencio prolongado para provocar mayor tensión.) Además, no son las únicas noticias malas. (BALAM se repone y se pone de pie.) La comida se acabó por completo. Incluso, ya hemos comido hasta nuestra ropa.
BALAM.— (Camina en cuatro patas en círculos por todo el escenario.) Pero debemos seguir luchando. (Al CORO.) Odio verlos ahí con tanto temor, y sobre todo con hambre. He aquí un hombre que dio su vida y su muerte por la libertad de nuestra amurallada ciudad. Si lo conocí como ciertamente sé que lo hice, sabría que Tixl quisiera dar más por su pueblo, hasta su última gota de sangre. Así que, aquí (Señalando a TIXL.) tienen su alimento. Devórenlo sin escrúpulos, porque ustedes saben que esta muerte debe tener un saldo positivo para el pueblo. (El CORO, con la mirada perdida, se abalanza a empujones hacia TIXL, y se lo llevan por la izquierda.)
ICBOLAY.— ¿Pero, qué te sucede? Acaso no te das cuenta de la realidad.
BALAM.— Claro que sí; y la realidad me ha mostrado que mi mejor guerrero está muerto.
QUEJ.— Ahora hablás en singular, cuando es la costumbre de nuestros abuelos hacerlo en plural. Yo siempre he sido el portador de la palabra, sea ésta buena o mala, y he de decirte que en tus palabras ya no se denota el sentimiento de que eres pueblo.
BALAM.— Claro que no soy pueblo. ¡Yo soy su líder!
BATZ.— El pueblo ya no ríe. El pueblo sufre. Ni siquiera puede cubrir sus necesidades básicas, las físicas como comer, ni las espirituales como reír.
BALAM.— A veces hay que sacrificarse...
ICBOLAY.— Debo hacerte una última advertencia. Has roto tu destino, y éste concluirá trágicamente si no recapacitas. No te has dado cuenta que desde hace mucho tiempo hemos estado devorándonos entre nosotros. Y hoy es la muestra última, que hemos arrancado a mordidas la carne y el espíritu de nuestro hermano Tixl. ¿Hasta dónde puedes continuar? (Se apagan de golpe las luces, pero sin sonar aún la música triste.)
BALAM.— (En oscuridad.) Ya no puedo continuar.
Escena décima
(Se encienden las luces paulatinamente. BALAM está arriba del escenario. El CORO y QUEJ se encuentran muertos esparcidos por todo el escenario. ICBOLAY sale por la izquierda y BATZ por la derecha. Ambos con la cabeza baja. Caminan hacia el centro del escenario, ven hacia el público, y se arrodillan vencidos. BALAM baja, con la cabeza agachada sale por la izquierda, y camina hacia el centro del escenario; se coloca entre BATZ e ICBOLAY. Cae violentamente de rodillas. GONZALO entra galopando como un caballo triunfante. Empieza a sonar fuertemente la música triste. GONZALO, después de unas cuantas vueltas jubilosas por todo el escenario, se coloca detrás de BALAM. GONZALO se para y le quita una por una las plumas a BALAM, reteniéndolas en la mano. Ríe estrepitosamente. Al tener todas las plumas, se acerca al público, y lanza las plumas al aire. Se apagan las luces. Y la música suena más alto.)
TELÓN
FIN DE BALAM
FIN DE BALAM
4 Pon atención, querido director, y date cuenta de que, si Icbolay fuera mujer, este párrafo tendría una gran carga emotiva.
2 comentarios:
felicitaciones, quise guardar mi comentario para este final y la verdad lo que te puedo dar es una gran y sincera felicitacion, estuvo entretenida y sobre todo me gusto el usode tanto elemento propio de la epoca y que mantuviste una linea cronologica muy buena de la obra
http://www.delacruzdemarcia.blogspot.com/
tal vez podas chequearlo y dejar algún comentario...
un abrazo! salúº
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