sábado, 2 de abril de 2011

El Chamalé y los narcocorridos





Esta semana, con la captura de Juan Ortiz, alias “Chamalé”, se conocieron detalles sobre este importante personaje en la vida del narcotráfico guatemalteco. Requerido por Estados Unidos, para las autoridades guatemaltecas, el Chamalé parecía no haber existido nunca. Pero, de la nada, este personaje se presentó con una historia apasionante detrás suyo. Incluso, es tan conocido que se ha dado a conocer un narcocorrido en el que exaltan su figura, y dicen que hasta Los Tigres del Norte le compusieron otra pieza musical. En esta entrega, analizaremos sobre los narcocorridos, su evolución musical, sobre todo en México, y de cómo se han convertido en un elemento de cultura popular de hoy día.

Tras darse a conocer de su captura, se supo que El Chamalé tenía tal grado de influencia que, al menos, se le había dedicado un narcocorrido. Fue Óscar Ovidio, un cantante guatemalteco más conocido como El Águila de Guatemala, quien le compuso la canción.

En ella, se presentan todas las características de los corridos latinoamericanos, en especial mexicanos. Inicia con situar al personaje en un contexto temporal y geográfico, y procede a relatar una historia que raya el punto de la heroicidad y la fantasía; esto, según los estudios, se hace para dar a entender al público que el protagonista fue un personaje real, y que con la historia se intentará exaltar su figura.

En este narcocorrido, El Chamalé es denominado como el “Hermano Juanito”, una persona muy importante y que tiene tres guardaespaldas que no lo abandonaron nunca: “Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo”, aludiendo a que Juan Ortiz presuntamente estaba muy vinculado al protestantismo. En esta  historia, cuenta sobre un supuesto pasaje de la vida real del protagonista, en el que habría sobrevivido a un ataque sufrido en El Palmar, cuando iba camino a Coatepeque.


INTRODUCCIÓN

El corrido es una forma musical y literaria popular del área cultural contemporánea latinoamericana, en especial de México y la frontera sur de Estados Unidos; actualmente, buena parte de su  producción tiende a exaltar la figura del narco, aunque no siempre fue así.

El corrido es una derivación del romance europeo, que, como forma popular, buscaba relatar historias dirigidas a nivel popular. Usualmente, exaltaba a héroes y se exageraba sus  características y hazañas.

La sintaxis habitual de los corridos mexicanos tienden a la siguiente estructura: 1) saludo y presentación del cantante, y ofrecer una breve introducción de la anécdota; 2) desarrollo de la historia; 3) moraleja y despedida.

En sus inicios en México, tuvo gran éxito el acompañamiento del corrido a través de la guitarra acústica, por la facilidad de transportar y tocar el instrumento. Con su evolución, hoy día, el corrido usualmente se enmarca dentro de la música texmex, ya que lleva el mismo ritmo.

En México, el corrido se asentó como una forma muy natural para dar expresión a la voz del pueblo. Ayudó, en buena medida, que en ese país se han vivido sucesos históricos de alcances muy populares, como las batallas de la independencia, en donde surgen varios héroes muy característicos, aunque también se conocen corridos de la lucha contra el Imperio Francés, y de la Reforma Liberal de Benito Juárez.

Sin embargo, durante la Revolución Mexicana, los corridos alcanzan su máximo esplendor, ya que por lo popular del movimiento, y por los diferentes héroes que generó este hito, los corridos se multiplicaron, de los cuales, muchos tuvieron éxito en su transmisión popular, lo que permitió que permanecieran.

Los corridos han sido casi siempre de generación espontánea, creaciones ingenuas, populares de autores anónimos. Son además formas cantables.

Entre los temas comunes durante la Revolución Mexicana, se encuentran corridos para cantar temas amorosos (como la famosa Adelita), también para exaltar a los héroes revolucionarios (Pancho Villa, Emiliano Zapata, y caudillos locales menores), y también sucesos históricos. También, hay corridos que exaltan a las figuras que ayudaron a un héroe, como los caballos (Siete Leguas, Azabache), o los vehículos de las batallas, como los trenes (Máquina 501).

HISTORIA

Los corridos mexicanos, al igual que los romances medievales, perduraron en el sentir popular, sobre todo porque aleccionaban y recogían la voz del pueblo. Exaltar a los héroes, o dar testimonio de una batalla, generalmente se hacía desde una óptica de testigo del hecho, para lo cual había cierta satisfacción de contarlo.

Los ejemplares vivos más antiguos del corrido son versiones transculturadas de romances españoles o leyendas europeas, relativos sobre todo a amores desgraciados o sublimados, así como a temas religiosos. Éstos, que incluyen (entre otros) "La Martina" y "La Delgadina", muestran las mismas pautas estilísticas básicas que la mayoría de los corridos posteriores (tiempo de 1/2 o 3/4 y composición literaria en "verso menor", es decir, versos de ocho o menos sílabas fonéticas, agrupados en estrofas de seis o menos versos).

Fue hasta la Guerra de Independencia (1810-1821), y de ahí a lo largo de la Revolución mexicana (1910-1921) y las revueltas religiosas o caciquiles (1926-1934) originadas por el nuevo orden político, que el género prosperó y adquirió los conocidos tonos "épicos" que tanto se resaltan, así como la estructura narrativa en tres instancias antes mencionada, produciéndose el grueso de los ejemplares vivos, que se refieren a líderes revolucionarios, religiosos o populares, así como sus hechos o, incluso, su "martirologio".

Además, el corrido en México fue un importante instrumento de comunicación masiva, ya que muchas gestas se conocieron a través de los corridos, y los héroes se popularizaron a través de éstos.

Pero con la introducción de los medios de comunicación electrónicos masivos, el corrido dejaba su función informativa, por lo que fue decayendo su uso. Algunos teóricos, incluso, han indicado que el corrido ha muerto, y que sólo permanece como un asunto meramente folclórico.

Hasta el arribo y consolidación de los medios electrónicos de comunicación masiva (mitad del siglo XX), el corrido fungió en México como un medio informativo y educativo de primer orden, incluso con fines subversivos, debido a su aparente simplicidad lingüística y musical, apropiadas para la transmisión oral. Tras popularizarse la radio y la televisión, el género ha evolucionado hacia un nuevo estado, aún en proceso de maduración, aunque la mayoría de los especialistas asegura que está muerto, o por lo menos agoniza desde entonces.

Con la consolidación del "Presidencialismo" (orden político instituido tras la Revolución Mexicana) y el éxito de los medios electrónicos de comunicación masiva, el corrido perdió mucho de su papel informativo, volviéndose, por una parte, un ingrediente del culto folclorista, y por otra, en la voz de los nuevos subversivos: trabajadores oprimidos, productores y traficantes de drogas, activistas de izquierda y migrantes hacia Estados Unidos.

NARCOCORRIDOS

En este contexto, surge la figura del narcocorrido, que intenta ver a los narcos como los nuevos subversivos, los que luchan contra un sistema político injusto. En este sentido, los carteles de las drogas han encontrado una valiosa fuente de expresión, ya que en los medios de comunicación tradicionales no tienen cabida, pero se dan a conocer gracias a estas expresiones.

Es por ello que no sorprende que con la captura de El Chamalé, surjan de repente este tipo de expresiones.

El narcocorrido es un subgénero perteneciente a la música norteña, que se escucha principalmente en estados del norte de México, sur de Estados Unidos y también en Colombia. En México son interpretados principalmente por músicos norteños y en Estados Unidos por hispanos provenientes de las comunidades latinoamericanas.

Es una versión reciente del tradicional corrido mexicano, y fundamentalmente trata de exaltar o conmemorar figuras, personas y eventos relacionados con el narcotráfico.

Esta clase de música, generalmente no busca dar un carácter moral respecto a dicho tema, sino más bien mostrar vivencias típicas en las que se hallan envueltos dichos personajes. Existen narcocorridos que destacan en el narcotraficante virtudes relativas al desempeño de sus actividades ilícitas, presentándolos como gente poderosa, valiente, astuta, temeraria, etc. Tal vez los intérpretes más conocidos internacionalmente de éste género sean Los Tigres del Norte.

En el caso del narcocorrido del Juan Ortiz, El Chamalé no es visto como un narcotraficante. Más bien, según su autor, se enmarca en lo que él denomina “corrido cristiano”, y denomina “Hermano Juanito” al protagonista, que tiene la bendición de Dios. Sin embargo, por lo que sugiere la historia, los lugares en que se enmarca (Coatepeque), es una zona de mucha tensión del narcotráfico. Asimismo, los vehículos que menciona (Cherokee), se vinculan usualmente al narco, además de haber recibido un atentado a gran escala, además de referir que Dios es su guardaespaldas.

Con esto se evidencia que el narcocorrido no busca criticar a las figuras del narcotráfico, sino de exaltarlas (en la mayoría de casos), o de suavizarles el perfil sangriento. Sobre todo porque, como revelaron las autoridades, el mismo Chamalé podría estar detrás del sangriento asesinato contra el futbolista Carlos Mercedes Vásquez, quien apareció decapitado justo antes del inicio del partido de su equipo, y el posterior rescate de la cárcel del presunto homicida que había sido capturado.

CLASIFICACIÓN DEL NARCOCORRIDO

Según Elijah Wald, el autor del libro “Narcocorrido: un viaje dentro de la música de drogas, armas, y guerrilleros”, publicado en inglés y español en 2001, los narcocorridos tienen las siguientes aristas.

1. Renacimiento: Tal como denomina a los narcocorridos de Los Tigres del norte, que revitalizaron este género con canciones como “La banda del carro rojo”, “La reina del Sur”, “El Jefe de jefes” o “Contrabando y traición.”
2. Corrido sinaloense: El corazón del narcotráfico mexicano, en donde estos personajes podrían estar pagando para que se generen sus narcocorridos.
3. Generación nueva: Mario Quintero y los Tucanes de Tijuana, por sus nuevos ritmos e innovaciones al narcocorrido.
4. El narcocorrido en Estados Unidos.
5. Narcocorridos cómicos, como “El Vampiro”, o “Las Monjitas”, dos traficantes mujeres que se disfrazan de religiosas y llevan cocaína en botes de leche en polvo, asegurando que es para la caridad.
6. El corrido “gangsta”: creado por la familia Rivera, la primera familia de narcocorridos en Los Ángeles, California.
7. Narcocorridos y política: donde vinculan a los políticos con los carteles, como “El Circo” de Los Tigres del Norte.
8. Narcocorridos y migrantes

También, en este libro, dan cuenta de otras formas actuales del corrido, como los corridos de los camioneros (escuchados en la franja del Pacífico mexicano), los corridos guerrilleros (en el Sur de México, sobre todo en alusión al Ejército Zapatista),

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmm hay que dar a Dios lo que es de Dios y a Cesar lo que es del Cesar, hay que tener cuidado!!!!