viernes, 31 de mayo de 2013

Irremediablemente

El ambiente apesta, irremediablemente, a cheque,
y los cobradores lo saben.

El trabajador recibe con angustia el pago;
ya no es ni siquiera puede estar contento por unos minutos
sabiéndose que su billetera rompió la dieta
que hizo por casi un mes.

Al terminar su labor, el trabajador se irá,
irremediablemente,
rumbo al banco para sacar su salario.

Si tiene suerte, lo atenderán hoy mismo,
luego de sortear una eterna cola.
Todos sufren por lo mismo en la fila,
pero nadie se compadece por el de adelante,
o por el de atrás.
Solamente alcanza para estar pendiente
de que un cajero se apure y se desocupe
para pasar a recoger un sueldo que
lejos de alegrar, acongoja.


Así, los dueños del mundo nos tienen atados;
ellos pagando para que,
irremediablemente,
de inmediato se los devolvamos
en forma de préstamos, alquileres y deudas por cobrar.
La única diferencia es que por algunos segundos
nos sentimos dueños de nuestro salario.

El ambiente apesta, irremediablemente, a cheque.
Y los dueños del mundo lo saben.
Se enojan un poco al pagar,

para que no sospechemos.

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