miércoles, 15 de enero de 2014

Una lágrima de sangre

Hace un par de años, surgió una polémica por el Premio Swudish a la Foto del Año, otorgada por una imagen de una niña haitiana recién asesinada, luego de haber robado en una tienda. Cabe recordar que fue tras el terremoto en ese país que terminó de destruir por completo una sociedad que ya estaba al borde del Infierno.


La imagen era muy fuerte y evidenciaba el deteriorado concepto del respeto a la vida que se tenía en Haití.
Sin embargo, otra foto del mismo evento, pero desde otro punto de vista, evidencia también el mismo deterioro de este concepto por parte de los reporteros gráficos, que ven los sucesos de una forma muy descarnada.
En esta se muestra al grupo de fotógrafos que no salen de su zona de confort, tomando todos el mismo evento. Llama la atención la mirada del ciudadano que parece indignarse más que los mismos periodistas, no sé si verlos a ellos o a la niña.

Por ello, se me ocurre ofrecerles hoy un análisis fotográficos, en el que incluya el evento, la posición del reportero y el contexto, para que se puedan apreciar de un modo distinto.

En las salas de redacción de los periódicos, los fotógrafos son como reporteros de segunda mano. Algunos quizá aceptaron el trabajo para poder estar adentro, pero jamás lograron salir de allí. Otros aceptaron ese papel ante sus dificultades para redactar. Pero, pese a ello, se les exige tanto o más que a los redactores, porque deben estar en el momento justo y hasta arriesgan su integridad física casi todos los días.

A pesar de la Era del Photoshop, la fotografía noticiosa sigue siendo lo más puro y noble que persiste del periodismo actual. Eso porque presencian los momentos importantes y si no están allí, no pueden captarlos. En cambio, el reportero redactor puede darse el lujo de no llegar y pedir copia.

Y los lectores, casi siempre reaccionan a una información escrita, a una frase desvergonzada de un funcionario o a una cifra que evidencia corrupción. Pero difícilmente por una buena foto. Por eso, ahora que ya se está terminando el año, quisiera llamar la atención a tres imágenes periodísticas que me parecen que -si bien no son las mejores- podrían dar elementos de análisis.

Las fotos, por cierto, fueron elegidas entre las 140 fotos que la revista Time consideró las más sorprendentes del 2013. Ciertamente podría haber mejores, pero prefiero concentrarme en estas.

Número 3: Una manifestante besa el protector de un Policía Antimotines, en una protesta en Susa, Francia, en contra de la instalación de una vía para tren entre Lyon y Turín, con vistas a abrirse en 2025. 16 de noviembre de 2013. AFP/Getty Images
Parte del éxito de estas imágenes (manifestantes besando a policías) es el contraste entre la brutalidad que usualmente presentan los antimotines y la actitud pacífica de los manifestantes. De hecho, la principal estrategia de los antimotines consiste en provocar a los protestantes, para que así se caiga en el juego y que se justifique el uso de la llamada “fuerza proporcional”, es decir, que si ellos (manifestantes) pegan, yo (policía) también puedo.

El fotógrafo, para tomarla, debió haber estado en una posición muy incómoda, en medio de ambos grupos antagónicos. Y, también, demasiado cerca como para poder tomar con precisión la foto. De hecho, es evidente que ya estando con una computadora la recortó para realzar el encuadre del momento.

Lo importante es el detalle y la precisión pese a la incomodidad. El fotógrafo tomó justo el momento del beso y en que el policía cierra los ojos: no sé si porque disfruta esa caricia en su casco, o bien porque el beso lo siente como un verdadero misil.

Número 2: Melissa Stockwell, teniente de Estados Unidos que fue la primera soldado en perder una extremidad en la Guerra de Irak, hace el juramento a la bandera, ante la mirada de los dos George Bush, padre e hijo, y esposas. 25 de abril de 2013, en Dallas, Texas. Por Getty Images.
En el contexto, se muestra que las guerras en el Golfo Pérsico, impulsadas por George Bush, padre e hijo, fueron un grave error, no solo por su costo financiero y por sus escasos logros políticos, sino por el costo humano que tuvo.

El fotógrafo tenía dos opciones para esta foto: reclinar la cámara a ras del suelo para tomarla, o agacharse, casi tirado en el piso, para hacerlo. La idea fue bastante buena, sobre todo porque se capta esa especie de protesta que Stockwell pensó en hacer para llegar al acto en falda (y no pantalón, por ejemplo). Pero la suerte del fotógrafo, además, fue la cara de los dos Bush, en que miraban con sorpresa y hasta con un poco de vergüenza a la mujer. De hecho, es hasta más lamentable la cara de Bush padre quien es evidente que se reclinó un poco hacia su derecha para ver, ya que su hijo le restaba el ángulo de visión.

Sin duda que el fotógrafo tuvo mucha suerte, aunque ahora con las cámaras digitales que pueden tomar ráfagas se facilita mucho el proceso.

Número 1: Dos víctimas del colapso de una fábrica en Savar, Dhaka, Bangladesh, el 25 de abril de 2013, tras ser encontradas en las excavaciones. www.taslimaakhter.com
La región del Asia del Pacífico se encontraba, en esos momentos, negociando el Tratado TransPacífico. Especialmente solicitaban a Estados Unidos menores restricciones laborales para las maquilas. De esa forma, podrían reducir costos y ser más competitivos.

Justo en el momento en que Estados Unidos parecía que podría ceder a estas condiciones, ocurrió este colapso en esta fábrica maquilera de Bangladesh, y que pudo haber sido evitado si se hubiesen cumplido con normas mínimas de seguridad.

El fotógrafo, en su posición, para poder tomarla, seguramente estaba metido en un mar de lodo y escombros, nada fácil. Sin duda que estaba metido como un rescatista más y de repente hizo este hallazgo. A diferencia de la foto de la protesta, esta no está recortada. Nótese los escombros de la izquierda, que idealmente hubieran dado una mejor visión del suceso en caso de no haber estado. Pero también dan la sensación de que estas dos personas estaban aún en un lugar de muy difícil acceso para rescatar los cadáveres.

Taslima Akhter, el fotógrafo que tomó esta imagen, comenta que aún se sorprende por la humanidad de esta foto, porque lo único que atinaron a hacer estas dos personas fue a abrazarse, luego de que habrán visto que esa avalancha provocada por el pseudocapitalismo salvaje se les venía encima, sin importarle la vida humana, solo las ganancias.

Murieron abrazados, al menos acompañados. Él con una lágrima de sangre saliendo de su pupila.

PS: Si quieren ver más fotos, de las que Time consideró las mejores de 2013, visiten este link.

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