jueves, 7 de agosto de 2014

Yo, artista, de Diego Ugarte

La publicación de Yo, artista, de Diego Ugarte (1987) no es reciente.

Yo, artista, fue la novela ganadora del Certamen BAM Letras 2013, que resultó atractivo para autores inéditos, ya que el tema de las regalías no resultaba muy conveniente. De cualquier forma, me parece bien que haya este tipo de incentivos para impulsar el surgimiento de nuevos literatos.

El hecho que haya sido presentado a un concurso me parece, en este caso, un punto determinante a tomar en cuenta. Luego retomaré esta hipótesis.

La novela consiste en dos historias diferentes: la del Gordo y la de Alfonso; el primero, un aspirante a escritor, intelectualoide de redes sociales, que opinaba de todo sin saber de nada, y que aparentaba laborar para instituciones de investigación social; el segundo, un aspirante a guionista o director cinematográfico, violento y que con alrededor de 30 años cumplidos no había hecho nada por su vida (de hecho, vivía arrimado con la nueva familia de su papá).

Las historias no tienen relación entre sí, salvo en que ambos eran artistas frustrados. O sea que más que una novela, podría considerarse una compilación de relatos. Ni siquiera se cruzan las historias en una acción u objeto común.

El problema básico de los concursos literarios (y otros de índole cultural) es que en la mayoría condicionan la extensión del número de páginas (tanto mínimo como máximo). En Yo, artista, la impresión que da es que el autor apuró el final de la novela, quizá porque ya se vencía el plazo de entrega, o bien porque ya había llegado al número de páginas mínimas, o estaba por sobrepasar el número máximo (por la extensión final, seguramente la primera razón). Especialmente en la historia del Gordo, de quien de forma inverosímil terminó metido en una red de delincuentes, obligado (a punta de extorsiones) a conseguir cédulas de vecindad.

Esencialmente, la novela es buena, aunque da la impresión de que la idea original de Yo, artista era crear una fauna más rica de pseudoartistas intelectualoides de Guatemala, y que muchas historias de estas se quedaron en la USB del autor (por no decir que en el tintero), pero que no terminó de escribir.

Si este es el caso, Ugarte debería terminar de componer su sinfonía, sin importarle que esta especie de “borrador” ya hubiese sido publicada; total, no creo que le deba nada a nadie.

Entre los aspectos que me gustaron mucho de esta novela es que retrata el ambiente pseudocultural de Guatemala y que pocas críticas merecen en los espacios de publicación (periódicos o editoriales), debido a que estos son parte del mismo sistema. Me alegro que una novela con esta temática haya ganado en un concurso literario. De hecho, en la misma novela, se critica la maña de las componendas de los concursos literarios.

Eso la convierte en una especie de metanovela, de crítica de la literatura y más, en realidad, del ambiente cultural de Guatemala. De hecho, me da la impresión que los otros personajes que creo que faltaron tendrían que ser músicos, artistas plásticos o artistas, en fin, para abarcar estos campos del arte.

Es también una crítica mordaz de una nueva generación de escritores ajenos a esa falsedad intelectual de la sociedad guatemalteca. Me extiendo en este punto: durante la guerra, no había espacios culturales ni editoriales, por lo que los artistas y escritores tuvieron que exiliarse o, en el peor de los casos, ser asesinados. Los que optaron por esperar, lo tuvieron que hacer con la boca callada. Con la apertura democrática de 1985 y el aparecimiento de las editoriales (finales de siglo XX), hubiera una saturación de obras en lista de espera a ser publicadas, y a ello se le sumaban a los jóvenes escritores, que no estaban dispuestos a irse hasta atrás de la fila.

Ese ambiente tenso provocó envidias y, aunque hubo apertura, los espacios no eran suficientes y lo peor es que no siempre los ocuparon los más idóneos, sino los que tenían más cuello.

Sí, la novela me parece que merecía extenderse a más, porque el tema da para mucho, pero su gran mérito es esa crítica mordaz al ambiente cultural guatemalteco. Además, está escrita con una prosa fluida, lo que ofrece una narración agradable. Asimismo, otro mérito es que logra incorporar otros temas de actualidad nacional, como el de la violencia, la inequidad social, la expansión urbanística, el miedo, la delincuencia, los problemas por el acceso al crédito, entro otros.

La novela es recomendable y me parece un buen punto de partida para empezar a entender a la nueva generación de escritores, que bien podría denominarse Generación Y, por ser la sucesora de la Generación X de la Editorial X de Estuardo Prado y compañía.


FICHA TÉCNICA
Ugarte, Diego. Yo, artista Guatemala: F&G Editores, 2013, 144 págs. ISBN: 978-9929-552-72-2. Precio aproximado: Q60.

Publicada en El Salmón: http://elsalmon.org/2014/08/01/yo-artista-de-diego-ugarte/

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