Anteriormente, había publicado dos libros de epigramas, en 1982 y en 1990, pero éstos no fueron tan conocidos. En la edición de “Epigramas de seducción y rituales para purificarse” se reúnen las dos ediciones anteriores.
El epigrama, para recordar, son brevísimos poemas que, habitualmente, contienen mucho humor e ironía. Estas composiciones poéticas fueron habituales en la antigüedad clásica, siendo el poeta latino Marcial el maestro. Más recientemente, el nicaragüense Ernesto Cardenal y el guatemalteco Manuel José Arce cultivaron este género.
El libro de Mario Roberto Morales es un buen ejemplo sobre el género, pues respeta la brevedad y contienen un buen sentido del humor. La mayoría de poemas son de carácter amatorio, dedicados a una mujer. El título del libro anuncia que los poemas son esfuerzos de parte del poeta para motivar a una mujer lejana para que acceda a “dejarse querer”.
Otros poemas son, como dice parte del título, para purificarse, especialmente para “después de amar”.El tema del amor en la literatura está muy desacreditado, porque la mayoría de “poesía” de adolescentes se vincula a estos y, además, la escriben de una forma muy cursi y repetitiva.
Pero el libro de Mario Roberto Morales es muy original. De hecho, en ello consiste su fuerza, ya que el epigrama exige ser sorpresivo.
Una buena parte de la literatura guatemalteca se caracteriza por su brevedad; como ejemplo se puede mencionar los cuentos de Augusto Monterroso o los de Otto-Raúl González. La brevedad frente a las obras extensas se vincula con la leyenda de don Juan Tenorio, que prefiere ofrecer todo su amor en una noche, en vez de ligarse a una persona para toda la vida.
Así son los epigramas de este libro de Mario Roberto Morales: intensos. Además, el libro es muy agradable, bastante ameno y, a mi gusto, el mejor del autor.
FICHA TÉCNICA
MORALES, Mario Roberto. “Epigramas de seducción y rituales para purificarse”. México: Praxis (Colección Vado Ancho), 2004.
Patricia pornográfica
Mario Roberto Morales
Te mando estos epigramas envueltos en una paloma
blanca de papel y hechos un rollito, como los epigramas
romanos. Ten la paloma entre tus manos
largo tiempo, Patricia. Acaricia su cuerpo suavemente
y mírala bien antes que el contenido se te meta en las entrañas. Porque, luego, no te quedará más remedio que reírte.
(Así como te ríes tú cuando me miras, cuando te sientas,
cuando volteas, caminas, te agachas y vuelves a mirarme.)
Después, tírala, Patricia. Es sólo una alegoría.Bien sabes tú que está muerta y que a tino te sirve para nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario