Este jueves 30 de agosto, el escritor Mario Roberto Morales recibirá el Premio Nacional de Literatura "Miguel Ángel Asturias", distinción que le fuera conferida este año. En una entrevista, en donde Morales lució muy casual, cómodo y sin ínfulas intelectualoides, conversó lo siguiente:
Como para romper el hielo un poquito, quisiera que me contara cuál es su sentir con este premio.
Yo siento que la gran debilidad que tiene este premio de entrada es que el criterio de otorgarlo anualmente implica que tarde o temprano se lo van a dar a todos. Es decir, no se trata de un premio que esté debidamente razonado -claro, en el acta dan las razones de los jurados?, pero el hecho de que forzosamente tenga que ser anual siento que le resta categoría; eso por un lado.
Por otro lado, siento que el monto en efectivo que da el Gobierno (50 mil quetzales) expresa tristemente lo que para la clase gobernante vale la obra literaria. Los deportistas por supuesto reciben recompensas mayores; ésas son sus debilidades.
Por otro lado, tomando en cuenta que no vivimos en Suiza ni Alemania, ni siquiera en México, pues es lo que el país es capaz de dar. Es lo que cierto estamento crítico es capaz de hacer, y me parece que eso no es despreciable; refleja el estado en que vivimos, y por eso alguna vez yo dije que lo acepto como escritor guatemalteco, no soy un escritor ni francés ni gringo, y eso es lo que hago.
Sin embargo, creo que no hay que dejar pasar la ocasión para señalar que hace falta en Guatemala la conformación de un estamento crítico, mucho más fuerte, de mayor peso, que ordene la producción literaria, que la historice, que la jerarquice, que la explique, pues es la crítica que la crea una literatura nacional, es decir, los criterios con los cuales una literatura se ordena. Los escritores no lo hacen -ni tienen por qué hacerlo-; en la medida que este estamento crítico se conforme de una manera responsable, los premios van adquirir mayor consistencia.
No digo que usted no se merezca el premio, pero no se tiene comparación con otros premiados, pues no siempre se ha premiado al mejor, sino que van viendo a ver a quién le toca...
Sí, desafortunadamente eso pasa con todos los premios, especialmente aquí en Guatemala; mi candidatura al premio ha estado por parte de la Landívar y la San Carlos -no sé, por lo menos cinco u ocho años-, y había un miembro del jurado que manipulaba para que a mí no se me otorgara, y este año no sé qué pasó, pero no pudo imponerse.
Tal vez no llegó...
(risas)
Por lo mismo, el premio se perfila como de conveniencias, amiguismos
Yo creo que sí tiene bastante de eso; es más, yo francamente no me lo esperaba y no creí que me lo fueran a dar, por eso, porque yo no tengo relación con los jurados y porque yo no cultivo ese tipo de contactos e influencias. Pero sí, es cierto, especialmente los premios locales y oficiales siempre se inclinan por razones que tienen poco que ver con la literatura y la creación artística.
Como usted dice, es un premio oficial, otorgado bajo un gobierno neoliberal, y se lo dan a usted que tanto a criticado a la oligarquía.
Sí, es cierto. Yo creo que la oligarquía y el gobierno no ven contradicción en eso, no porque sean muy inteligentes, sino porque sencillamente no les importa, y yo creo que la oligarquía no da un pepino por la literatura y por los escritores. Para ellos, otorgar un premio literario a alguien que critica el régimen y a la oligarquía misma, ellos no lo ven como un problema, porque la literatura no les importa.
Por otro lado, tampoco veo con el otorgamiento de este premio un espaldarazo oficial, porque los que deciden el premio son los jurados, y estos tienen otras razones para otorgar el premio; a veces, son amiguistas, pero digamos que no hay una línea directa entre el gobierno oligárquico y los jurados; en ese sentido, hay cierta autonomía relativa de los jurados.
En mi discurso de ese día, yo digo que recibo el premio, agradecido con los jurados que defendieron mi candidatura desde el premio, con Humanidades de la Landívar y de la San Carlos por haberme propuesto, pero en ningún momento le agradezco yo al Estado, ni al gobierno, ni a la oligarquía, pues ésta no tiene criterios literarios, y si por ellos fuera, simplemente no existiría esos reconocimientos.
Eso hay que verlo también, no se trata de un Estado o de un gobierno orgánico que se preocupe por expresiones artísticas e ideológicas; lo dejan pasar porque sencillamente no lo entienden y no tienen sensibilidad para eso.
Posteriormente, la conversación giró en torno a otros temas: cómo empezó a escribir, sus novelas, su forma de escribir y la literatura actual, que serán abordados en una próxima entrega.
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