Básicamente, la novela se trata sobre los preparativos de una boda, a finales del siglo XIX o principios del XX, según la solapa del libro, aunque por los indicios temporales que se leen entre líneas se puede referir que fue en las décadas de los veinte o treinta de la centuria pasada, aproximadamente.
Sin embargo, referir el párrafo anterior como el argumento, sería una injusticia para la autora, ya que ella se preocupó por cuidar infinitos detalles, algunos tal vez inadvertibles en una lectura rápida.Según sé de fuentes de la autora, “Las flores” empezó siendo, más bien, un cuento; su “tutor literario”, Rafael Menjívar Ochoa, le aconsejó que lo extendiera para poder convertirlo en novela; y así lo hizo.
La estructura narrativa debió de conservarse, y la estrategia de la autora ha de haber sido profundizar en los detalles descriptivos, los cuales se prestan para una novela de una boda criolla tradicional de principios de siglo.
En un primer momento, al lector podrá parecerle que la novela va muy lenta, ya que todos estos detalles de los preparativos de la boda detienen el hilo de la acción. El llamado tempo lento es un recurso que beneficia la reflexión, aunque perjudica la acción.
Sin embargo, si usted lee la novela, debería evitar ese probable primer impulso de dejarla, ya que en los detalles de las descripciones está la verdadera calidad de “Las flores”.
Phé-Funchal es socióloga de profesión, lo que le permite tener la disciplina de investigar ciertos detalles; precisamente, eso fue lo que hizo la autora, y se nadó a profundidad en los detalles de cómo se realizaba una boda antigua y, en fin, cómo era la vida en la Nueva Guatemala de la Asunción a principios de siglo.
Las calles, los negocios, la vista, las costumbres, etc., están referidos en el libro con una asombrosa capacidad para describirlos. La autora también es muy audaz para describir las sensaciones: olores, colores, sonidos, sabores...
El libro se llama “Las flores”, según sé también por la autora, con un nombre que incluso podría ser arbitrario; la razón que da Phé-Funchal es que durante todo el libro las flores están permanentemente unidas al ambiente: las flores de la boda, las flores que adornan las casas, la Iglesia, el agua de lilas para perfumarse o para curarse.
Es, pues, un primer acierto la capacidad de detalles que tiene la autora para describirlos y utilizarlos para crear el ambiente de la novela. Como mencioné, es probable que un lector poco acostumbrado se aburra con ello, pero la invitación es para leer con cuidado todos estos deliciosos detalles.
Pero, también, el lector debe ser precavido en no perderse en estas descripciones, porque en sí el hilo del argumento es muy bueno. Se trata, al principio, de un evento “vergonzoso” el cual es presenciado por un desagradable testigo, quien se aprovecha de ello para extorsionar a los protagonistas.
Sin embargo, aunque alguien tiene “el sartén por el mango”, todos buscan acomodarse para tomar ventaja de los hechos. Es por ello que las falsas apariencias, la doble moral y la lujuria, son las principales protagonistas de la novela. Eso llevado a un plano latinoamericano, a principios del siglo XX, se convierte en una dura crítica a nuestra moralidad infructuosa.
El final es inesperado. Después de 18 capítulos de cuidados detalles, la novela desemboca en dos capítulos rotundos, que cambian todo y le ofrecen una sorpresa al lector.
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