En los últimos meses, debido a los procesos de postulación y elección en puestos clave de funcionarios, hemos podido ver una fuerte batalla para intentar evitar que personas consideradas no idóneas y con dudas en su honorabilidad, ocupen puestos importantes en la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Apelación, el Instituto de la Defensa Pública Penal y, actualmente, en el Ministerio Público.
Como parte del proceso de postulación, está reglamentado que cualquier persona o institución puede presentar objeciones contra candidatos a estos puestos públicos, documentando con pruebas que hacen dudar de su idoneidad. De tal suerte, para el actual proceso de postulación para Fiscal General, todos recibieron al menos una tacha.
Recibir tachas no significa ser delincuente ni poco honorable. Simplemente, es una objeción contra la idoneidad de la persona para cierto caso.
Sin embargo, llama poderosamente la atención que este proceso de objeciones esté despertando, incluso, bajas pasiones, como el candidato a Fiscal General que hasta está solicitando los videos para averiguar quién le interpuso las tachas. Lamentablemente, los candidatos lucen más por sus colas machucadas que por sus propuestas o por su trayectoria.
Carlos Castresana, jefe de la CICIG, pidió a la Comisión de Postulación que, más que encontrar a una persona preparada para el cargo, encuentren a una persona honorable. Y me recordó a Diógenes el Cínico, filósofo griego de los siglos V y IV a.C., cuyo único objetivo era encontrar una persona honrada. Y murió sin encontrarlo.
En poco tiempo, dará inicio la precampaña electoral y todo indica que será un proselitismo basado en acusaciones, más que en propuestas. De los ex candidatos y precandidatos que se proyectan para presentarse a un nuevo proceso electoral, la mayoría, si no es que todos, están preparando ya su defensa contra los ataques. Quizá sean críticas por la falta de transparencia en los programas que ejecuta dentro del Gobierno. Quizá crímenes de guerra e implicaciones en su pasado militar. Tal vez tema que le recuerden las ejecuciones extrajudiciales dentro de cárceles cuando era director de Presidios. Quizá porque fue (o es aún) Pastor evangélico. O ex funcionario con señalamientos de peculado o malversación.
En fin, los precandidatos visibles tienen más tachas que propuestas. Quizá haya uno solo, o quizá ninguno que sea honorable y que, en vez de preocuparse por las campañas negras que le hagan en su contra, tenga una trayectoria intachable dentro de la política.
Y yo que creo que un 98% de los guatemaltecos somos personas honorables, no creo justo que el 100% de nuestros candidatos sean considerados "no idóneos".
A mí me gustaría que nuestros candidatos (a Presidente, diputados, magistrados de justicia, Fiscal General, Contralor, etc.) fueran todos honorables. Pero, a pesar de todo, los guatemaltecos creemos que no tenemos más opción que elegir entre los no honorables, y llegamos al colmo de elegir como jefe de Estado a un asesino confeso.
"Pongamos de moda la virtud", decía José Martí. Ojalá llegue el tiempo en que los candidatos sean noticias por su trayectoria intachable y por su plan de trabajo. Pero, por el momento, la mayoría brilla por su cola machucada.
FOTO: Diógenes por John William Waterhouse, representa su lámpara, su tinaja y las cebollas de las que se alimentaba.
Publicado originalmente en Diario La Hora.
1 comentario:
Me encantó la analogía con Diógenes, saludos y todo lo mejor Mario.
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