jueves, 18 de octubre de 2012

El fin de una generación futbolística



Cuando ya faltaban cuatro minutos para el final del partido entre Estados Unidos y Guatemala, Carlos “el Pescado” Ruiz fue sustituido por Dwight Pezzarossi. Su esfuerzo durante todo el partido le provocó finalmente la sobrecarga en los músculos y se desgarró. Al salir, no solo dejaba el partido, sino que significaba su despedida con la Selección de Futbol.



En la presente eliminatoria, Carlos Ruiz anotó seis goles, que se sumaron a los 55 anotaciones marcadas con la Azul y Blanco, que lo convierte en el máximo goleador de todos los tiempos con la Selección de Guatemala. “El Pescado” confirmó anoche que ya no jugará de nuevo un partido oficial con la Selección, lo que pone fin a una generación de la que él fue el referente.



Ruiz lideró una generación que, quizá, es la que más posibilidades ha tenido para ir a un Mundial, especialmente cuando se juntó con la generación anterior, con la del Pin Plata, el Chino Ruano y el Gato Estrada, entre otros. Ahora, con la eliminación de Guatemala camino al Mundial de Brasil 2014, se deben poner, otra vez, las barbas en remojo, y pensar en un nuevo proceso. Y es que aunque la clasificación hacia Rusia 2018 suene bastante lejano, casi siempre los procesos los iniciamos tarde.

EL PROCESO DE ALMEIDA

En mayo de 2010, Ever Hugo Almeida asumió el presente proceso de selección, con la esperanza de llegar por primera vez a un Mundial. Su referente siempre fue Carlos Ruiz, a tal punto que el Pescado había advertido que solo regresaría a la Bicolor de la mano del paraguayo. Y así fue.

Almeida debió enfrentar varios contratiempos durante la presente eliminatoria. El peor de todos fue la denuncia de amaños de partidos, que condujo a la suspensión de por vida de “el Pando” Ramírez, Gustavo Cabrera y Yony Flores.

“El Pando” ya no era titular indiscutible, pero Cabrera y Flores eran la base de la defensa. A ello hay que agregar la mala racha en las lesiones de los defensores nacionales, desde Cristian Noriega, con una larga recuperación, y recientemente las de Luis Rodríguez y Carlos Gallardo.

Con estas cinco bajas de los mejores defensores del país, era difícil encontrar más. Tuvo que recurrir al juvenil Elías Enoc Vásquez, quien lideró a la Selección Sub-20 en el primer Mundial menor al que asistió Guatemala, de la mano de Almeida, y tuvo que recurrir a la Primera División para encontrar a su otro defensor, Rubén Morales.

¿Pero esto se debe considerar como un acierto, o como una necedad? Almeida se ha caracterizado por no salir de sus moldes, en confiar ciegamente en algunos jugadores, que quizá no son del agrado de muchos. ¿Acaso no había otros defensores? Para el gusto particular de cada aficionado, seguramente que sí.

De la misma forma, podría ser criticable la insistencia de Almeida en ciertas figuras, algunas incluso con dudas razonables para no ser siquiera convocados. Por ejemplo, Wilfred Velásquez, que sin duda era titular hace un año, pero que una lesión lo ha alejado de jugar, primero por la recuperación y después porque no juega en Comunicaciones por decisión técnica.

Asimismo, Manuel León, que no es titular indiscutible en Xelajú, M.C. De la misma forma, Carlos Ruiz que pese a haber sido el mejor jugador de la eliminatoria, cabe resaltar que no tiene equipo, por lo que no tiene ritmo futbolístico, al igual que Léster Gregory Ruiz, que sin jugar fue convocado.

Y a ello hay que sumarle que los dos únicos legionarios del país, Marco Pablo Pappa y Minor López Campollo, no fueron titulares. Dudas que podrían dar motivos para interrogar seriamente a Almeida.

En todo caso, las dudas surgen ahora con la eliminación, pero que si se hubiera alcanzado el pase a la Hexagonal final, no se estuvieran preguntando acerca de la seriedad de Almeida.

Pero hay dos puntos en qué pensar sobre esto. En realidad, ni Almeida ni otro seleccionador que hubiese estado en el cargo, hubiera tenido mucho material humano disponible; es decir, la mayoría de equipos de la Liga Nacional ocupan sus puestos clave con extranjeros, por lo que, en realidad, no hay muchos nacionales. Incluso, se sigue con la estrategia de nacionalizar a centroamericanos, por lo que finalmente los equipos tienen su columna vertebral conformada por extranjeros, más otros jugadores nacionales de relleno.

El segundo punto es aceptar que Guatemala nunca fue dominante. Y que en caso de haber pasado a la Hexagonal, hubiera sido el más firme candidato a ocupar la última posición, sobre todo por el poderío de México y Estados Unidos, especialmente, y también de Honduras, Costa Rica y Panamá, que desde hace años tienen mejor futbol que Guatemala.

Pero ello también conduce a pensar en un tercer punto: un seleccionador guatemalteco hubiera tenido el mismo resultado que Almeida, y hubiera salido más barato, en cuestión de salario.

Ante esto, lo importante es reconocerlo y empezar a trabajar ya en el siguiente proceso.

PUNTOS POR TRABAJAR

En primer lugar, la Federación de Futbol debe retomar su función, no solo como administrador de los fondos monetarios de las selecciones nacionales, sino como el director de las políticas para el desarrollo del balompié. Desde hace años, la Fedefut liberó a las ligas para que hagan con las distintas divisiones lo que quieran.

Una primera política general por retomar es establecer que en la Liga Nacional solo sea permitido dos jugadores extranjeros (mejor dicho, no seleccionable) por equipo. Y que la Primera, Segunda y Tercera División no tengan extranjeros (ni siquiera nacionalizados o naturalizados).

La segunda es popularizar las divisiones más bajas (Tercera y Segunda División), para que éstas tengan más equipos y, por tanto, más jugadores. La popularización también debe incluir un trabajo general de la CDAG y de los Ministerios de Cultura y Educación, para abrir los establecimientos deportivos, porque éstos usualmente permanecen cerrados.

Tercero, hay que crear políticas para que el futbol de Guatemala se vuelva exportador de jugadores. En el extranjero, ha habido más interés en otros jugadores, pero los mismos equipos dificultan la salida de éstos, pensando solo en el torneo local. Exportando más jugadores, no solo se les da experiencia internacional, sino que se abren más espacios para los jóvenes jugadores.

Ejemplo de que esto no se cumple es que la muy aclamada Selección Sub-20 que asistió al Mundial menor, muy pocos están jugando como titulares, porque los jugadores más experimentados siguen ocupando esos puestos.

Y, cuarto, hay que propiciar que más entrenadores guatemaltecos se formen académicamente y tengan espacios para dirigir equipos. En la Liga Nacional, los equipos más exitosos siguen sin confiar en los nacionales, y se ha optado por entrenadores costarricenses, hondureños, argentinos y hasta colombianos. Con esta tendencia, no debe extrañarnos que la Fedefut haya confiado en un paraguayo para la Selección; un extranjero, en caso de no clasificar a un Mundial, simplemente cobra y se regresa a su país, mientras que un nacional tiene un punto de presión más, porque debe continuar en el país.

Por último, desde el ámbito político, también se hace necesario que se reforme la Ley del Deporte, para que los jugadores federados elijan a sus autoridades. Actualmente, los deportistas no tienen voz ni voto para elegirlos, por lo que es un aspecto mínimo que desde el Congreso de la República se puede mejorar.

“El Pescado” Ruiz dice que en un futuro desea ser dirigente futbolístico; quizá él que vivió y sufrió el ser futbolista en Guatemala, sepa cuáles son las reformas necesarias para que el futbol prospere. Porque la Selección no debe ser solo un motivo de decepción o para hacer negocios lícitos (publicidad, eventos, taquillas) o ilícitos (mercado negro), sino que un modelo de desarrollo, una opción más para la juventud guatemalteca.

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