martes, 14 de septiembre de 2010

Y si hay que nombrarlo de un modo…

Me imagino que la mayoría de parejas sufre de soledad...
Esto se ha tardado más de lo previsto, así que terminaré de una vez por todas. De cualquier forma, ya sólo me faltaban dos canciones, y muchos me escribían diciendo que ya sabían cuál era mi lista y hasta compartían mis apreciaciones, o bien me mentaban la madre.


Ofrezco disculpas a todos lo que se ofendieron con la calificación que di con Jesús, verbo no sustantivo. Lo siento, pero es así. No se puede tener todo en la vida. Sólo les recuerdo que las opiniones personales son necesariamente subjetivas. Se hacen objetivas a medida que haya más voces que opinen en forma diferente. (Oh, Bajtin, ¿por qué no eres más conocido en nuestros países bananeros?)

Sobre todo las compilaciones, las selecciones de obras, los top ten, no son obras completas, lo cual debe siempre analizarse desde el criterio del compilador. Lo valioso es ir confrontando las opiniones.

Para mí, la canción que más me gusta (que no significa necesariamente la mejor) es Lo poco que queda de mí, que fue lanzada por primera vez en “Galería Caribe” (2000), y que se relanzó en tres discos diferentes (“Lados B”, 2003; “Solo”, 2004; “Trópico”, 2009).

Considero que la versión musical mejor es la que tiene el ritmo de son cubano. Sin embargo, lo que más me gusta es la letra.

En nuestros países bananeros (como ya dije), en Latinoamérica (y quizá en todo el mundo), no hay nada más complicado que las relaciones amorosas. Creo que la mayoría nos metemos al mundo del sexo y el amor, con la idea de que eso (y nada más que eso) nos hará felices en la vida. Le tememos, como los artistas barrocos, tanto al vacío, que no nos imaginamos sin una pareja, o bien sufrimos cuando no la tenemos.

Y cuando la tenemos, sufrimos.

El amor, de a poco, se está convirtiendo en una especie de atadura, en la cual obligamos a la otra persona a hacernos felices. Y, quizá peor (o quizá no), creemos que nosotros (y exclusivamente nosotros) podemos hacer felices a la otra persona, sin que pueda ser feliz lejos de nosotros.

¿Qué es vivir en amor? No sé si alguien lo sabe. Y si alguien lo intuye, ello no le excluye a tener siempre problemas con su pareja.

Dándole vueltas a nuestras inmaduras ideas del amor, creo que lo único valioso que podría surgir de una relación en pareja (más allá del placer y el sexo, y de la cooperación económica) es que yo sea mejor persona cuando estoy con mi pareja; y que mi pareja sea mejor persona cuando está conmigo. Y eso implica a reconocernos también personas con miedo, con limitaciones y con defectos, es decir, los puros chirajos de lo que queremos ser. Pero, por esa cosa que se llama amor (que no da de comer, que no es rentable, que es una mierda comercialmente), descubrimos lo poco que somos, y queremos ser un poquito mejor.

Me parece, pues, simplemente, que es una canción sincera. Me recuerda también a mi amigo que, en vez de bailar el vals en su boda, bailó esta canción con su esposa. Bella canción de bodas, pensé cuando me lo contó.




PARA SER SINCERO, HARÍA LO MISMO

La otra canción que me gusta Pingüinos en la cama, lanzada en el disco “Adentro” (2005), un disco muy malo, pero que vale la pena por esta canción.

Aunque es muy rara esa imagen de un pingüino en la cama, supongo que el sentir general de la canción expresa un sentimiento muy cotidiano y bastante generalizado en las parejas: la falta de confianza que nos afecta en la relación diaria.

Me imagino que la mayoría de parejas sufre de soledad, a pesar de dormir juntos, lo cual se evidencia en mayor medida a partir de la segunda mitad del siglo XX con el cambio de visión en la figura del divorcio. Supongo que si esta figura legal hubiera existido siempre, millones de parejas la hubieran utilizado desde la Edad Media hasta nuestros días.

Si Fito Páez se sigue preguntando por qué Arjona llena más el Luna Park, es porque canta canciones, menos complejas musicalmente, pero más cercanas al ciudadano común. Y Pingüinos en la cama me parece uno de los mejores ejemplos.

Esta canción la observé en un concierto de Arjona televisado desde Viña del Mar, y supo hacer bueno uso del recurso. Al final de la canción, mientras la banda terminaba de tocar, un material emulando nieve caía sobre Arjona, quien se mantenía inmóvil en el escenario. En realidad, es una imagen de la cual creo que muchos se identifican. La soledad se relaciona mucho más con el frío que con el calor.

Me parece, pues, un buen uso de este contraste: soledad-frío, con la de calor-amor; es por ello que la imagen adquiere mayor fuerza con el contraste (“Ya no sueñas viajes al Caribe”, por ejemplo).

Otro aspecto que me parece genial es el final de la canción, que expresa que haría lo mismo si estuviera su pareja o no. Es decir, no hay que engañarse: las condiciones a veces nos limitan, pero generalmente haríamos siempre lo mismo.

Recuerdo la historia de Santo Domingo Savio, que lo interrumpieron cuando jugaba en el patio, y le preguntaron: ¿qué harías si supieras que vas a morir mañana? Y él respondió: “Pues seguir jugando”. Murió a los 14 años. Arjona lo pone así:

Con la dosis justa de cinismo preguntas “¿Que harías sin mí, si ya no vuelves a verme?” Para ser sincero haría lo mismo, sólo que si estoy sin ti lo haría sin esconderme.




Bien, espero que comparen sus listas con la mía, y no se pierdan próximamente el Top Ten de Cri-Crí (incluyendo El Chivo ciclista), el Top Ten del cine mexicano y/o el Top Ten de las canciones para marimba.

Encuesta publicada por Diario Paranoico. Yo voté por ni bueno ni malo, pero ganó otra opción.


Las mejores diez

Las peores diez

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