Eduardo Halfon se ha convertido en uno de los escritores simbólicos de la literatura guatemalteca actual, lo cual es contradictorio porque su narrativa se aleja mucho del canon de lo que hemos reconocido como letras nacionales. ¿Qué es literatura nacional? Eso bien podría dar para otro artículo periodístico o, incluso, un libro. Pero mi objetivo en este texto no es esto.
Decía, pues, que Halfon es uno de los escritores más mediatizados internacionalmente y que, en consecuencia, es uno de los representantes de la literatura guatemalteca. Pese a esto, no hay mucho de guatemalteco en sus páginas. Su narrativa puede tener como escenario ambientes guatemaltecos, pero no es el mismo espacio que hacía uso, por ejemplo, Miguel Ángel Asturias o los narradores del período bélico del país.
Por ejemplo, en su más reciente novela, La pirueta, es la historia de un pianista serbio, Milan Rakić, quien ofrece un recital en La Antigua Guatemala, donde conoce al narrador, un tal Eduardito o Dudú.
Estos dos personajes son similares y contradictorios a la vez. Rakić es un serbio, quien toda la vida ha intentado huir de su herencia gitana por parte de su padre. Sin embargo, desea reencontrarse con esa cultura gitana y anhela ser músico ambulante. Su problema es que los gitanos lo rechazan por tener rasgos serbios, y los serbios lo rechazan por tener herencia gitana. Mestizo, pues.
En cambio, el narrador, Eduardito, es un judío guatemalteco que toda su vida ha intentado alejarse de esa herencia hebrea. Es decir, es contrastante porque, mientras Rakić quiere encontrarse con sus raíces perdidas, Dudú quiere alejarse.
En pocas horas, ambos traban una amistad, la cual tendrá continuidad por medio de las postales que Rakić envía desde la ciudad que esté, en su intenso tránsito como músico. Sin embargo, una última postal le llega desde Belgrado, capital serbia, y le da a entender que por fin se decide a dejar la cómoda vida de pianista de concierto, para internarse llorando en el bosque, dando una pirueta. He ahí el origen del nombre de la novela.
Meses después de haber recibido esa última postal, Eduardito decide ir a Belgrado a intentar encontrarlo. Y prometo ya no contarle nada más de la novela para no quitarle la emoción de leerla; en realidad, no le he contado casi nada, porque esto sólo es el principio.
Como podrá usted darse cuenta, la mayor parte de la novela se desarrollará en Belgrado, un ambiente tan ajeno a nuestra realidad guatemalteca. Sin embargo, este ambiente le da un aura de verosimilitud para ese personaje que intenta huir de sus raíces, sean éstas judías o guatemaltecas.
El Belgrado de la novela es tan ajeno a cualquier experiencia habitual dentro del lector típico guatemalteco. Es decir, Serbia ni siquiera es como España, o como Nueva York, espacios un poco más habituales para cierto círculo de lectores. Entonces, ¿por qué escoger un lugar tan ajeno? ¿Mero exotismo, al estilo de Enrique Gómez Carrillo? ¿Mera vanidad?
En realidad, me recordaba del efecto de distanciamiento, el cual fue propuesto por Bertold Brecht para su teatro épico. Según este teórico alemán, el fenómeno teatral despierta mucha empatía entre el actor y el espectador; es por ello, que él proponía un teatro en que la trama se desarrollara tan ajena a la realidad del espectador, para que éste no logre empatizar ni con el actor ni con la historia, sino que, alejado de su realidad, el espectador pudiera reflexionar sobre el mensaje que intenta transmitir el autor.
El mismo efecto podría suponerse para el fenómeno narrativo, sobre todo con la supremacía de siempre de la novela de aventura o las románticas, en que el lector fácilmente sueña y se proyecta en el personaje protagonista.
Si esto fuera cierto para el caso de la novela en cuestión, ¿qué mensaje estaría intentando transmitir? Sin ánimo de querer sesgar el contenido de la novela (porque el evento literario, como se sabe, puede tener un mensaje plurívoco), considero que los temas que subyacen en este libro son el mestizaje, el racismo y las dificultades de vivir en una sociedad pluriétnica, que no termina de aceptarse como tal.
Y, para ello, un personaje protagonista como Rakić, mitad serbio, mitad gitano, que representa el mestizaje, pero que, en realidad, no sabe qué es, si una cosa o la otra. ¿Nos sonará conocido este tema a los mestizos latinoamericanos?
Hay un pasaje dentro del libro, unas pocas líneas, quizá sin mucha importancia para la línea argumental de la novela, pero que da luces sobre el tema central. Eduardito se da cuenta que los serbios discriminan a los gitanos; les reconocen que forman parte de la sociedad, pero en realidad los invisibilizan. Cuando él caminaba por Skadarlija, un barrio decadente serbio, junto a un periodista serbio llamado Slobodan, ocurre algo interesante:
Slobodan me dijo, sin inmutarse, que odiaba a los gitanos, que eran buenos músicos, vaya, pero que también eran una buena plaga de ignorantes y holgazanes. Y mendigos, agregó. Mira nomás. En el suelo estaba sentada una gitana vieja y gorda con una flácida teta de fuera. Nos extendió la mano mientras continuaba amamantando a una niñita. Yo le di una moneda, pensando que a una indígena guatemalteca amamantando en la calle jamás se la hubiera dado, pero decidí que lo mejor era olvidar ese pensamiento lo antes posible. Slobodan suspiró con disgusto. (págs. 102-103)
Estas líneas son muy significativas, ya que en ninguna otra parte de las acciones ocurridas en Serbia, el narrador reflexiona de nuevo sobre Guatemala. Sin embargo, si hacemos a un lado esos nombres sonoros y exóticos de los lugares serbios, y le ponemos el nombre de los municipios de nuestro país, y si en vez de llamarles serbios y gitanos les llamásemos ladinos e indígenas, nos topamos que entre Serbia y Guatemala no hay ninguna diferencia en cuanto a los conflictos interétnicos.
Para comentar otros aspectos técnicos, la novela también presenta una riqueza musical, ya que ofrece una hermosa compilación de cultura del jazz y de la música gitana, la cual también puede servir de guía para quien desee conocer o reconocer estos géneros. En materia narrativa, también hay buenas técnicas, como descripciones muy ricas, sobre todo de los ambientes serbios en donde se desarrolla la novela, o el capítulo en la que relata todas las postales que Rakić envía a Eduardito, además de la inclusión de los diálogos dentro de la narración, lo cual hace que la novela tenga más movilidad y amenidad discursiva, en vez de los cada vez más recurrentes y odiosos diálogos utilizando el guión largo.
La novela concluye con final abierto, con Eduardito perdido en no sé qué parte de Serbia, sin saber exactamente dónde está Rakić, sin saber qué significado tiene la pirueta en la cultura gitana, o sin saber por qué cometió la locura de viajar.
Ganadora del XIV Premio de Novela Corta José María de Pereda 2009, recién fue presentada y puesta a la venta en Librería Sophos, la cual funge, además, como coeditora del libro.
Halfon, Eduardo. La pirueta. Valencia: Pre-textos, Sophos, 2010. 145 páginas. ISBN: 978-84-92913-22-0
1 comentario:
Vos Mario Cordero, deberías tener un segmento quincenal o mensual de crítica literaria, sobre todo lo que se publica en Guatemala o en CA.
Eso balancearía un poco la publicidad que muchos malos autores reciben en la prensa local, por parte de gente como Vides o Font, para quienes los buenos autores necesariamente deben ser sus amigos.
Un saludo mundilista
MD
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