Juárez se ha caracterizado por dar vida a personajes marginales, es decir, personajes que por sus preferencias, vicios o actividades, se alejan del concepto del “buen ciudadano”. Así, en esa línea, sus personajes son alcohólicos (como el de su novela Retrato de borracho con país), marihuanos, mareros, ancianos, funcionarios corruptos, prostitutas, etc., que usualmente no están incluidos dentro de la “tradición” literaria del país.
Los relatos de Serenatas al hastío, cabe decirlos, están escritos con mucha soltura y naturalidad. No hay forzamientos en el lenguaje ni en la trama. Son historias de las que muchas veces se escuchan en la calle, contadas con un lenguaje tan natural como escatológico. Son historias creíbles en nuestro contexto, pero que pudieran ser increíbles fuera del país.
La importancia y valía de este libro es, pues, que Juárez opta por describir a una sociedad acostumbrada a los vicios sociales; es una sociedad producto de un país corrompido, cercano a la cleptocracia y a la impunidad total, lo cual, implica, un deterioro de la sociedad y, puntualmente, de los habitantes.
Quizá pudiera decirse que Juárez se inscribe dentro de una estética del Naturalismo, aquella corriente literaria de finales de siglo XIX, en la cual el narrador contaba las acciones de personajes viciosos, enfermos o corruptos, sólo que vistos con lupa sus defectos, y ubicados en contextos sociales diferentes a su hábitat natural. Es decir, una especie de literatura laboratorio, en la cual, como ratas, el autor ubica a sus personajes en laberintos para que busque la salida.
Sin embargo, a pesar de que sí se enfatiza en el vicio y el deterioro del ser humano, a diferencia del Naturalismo, ésta no es una “literatura laboratorio”, ya que los personajes se encuentran en sus contextos habituales.
Este hábitat natural sirve a Juárez para que sus personajes se explayen a sus anchas; que los actores no hagan acciones fingidas y que, por el contrario, todo parezca natural. Ello permite que se logren descripciones de personajes habituales dentro de nuestra sociedad.
Además, tampoco hay moralismos, ni moralejas; solamente son descripciones y acciones de personajes que, a pesar de que conviven entre nosotros (o quizá somos nosotros mismos), nos parecen tan ajenos, pero en realidad están ahí, coexistiendo en esta Guatemala.
Notable es el primer cuento de “Serenatas al hastío”, titulado “Renacimiento”, sobre un funcionario que decide darse un regalo de navidad, a él y sus compañeros, y contratar prostitutas. Sin embargo, en pleno coito, sufre un ataque cardíaco, y sus homólogos lo van a tirar al hospital público, pero luego se regresan para continuar con la fiesta.
Pero el personaje, a pesar de su condición, decide salirse del hospital para continuar con la fiesta, y llega de nuevo a la locación en medio de la admiración de todos.
De esa forma, se describen situaciones sobre personajes anómalos; como el delincuente que ya ha sido recluido infinitas veces en el hospital por haber sido baleado o herido; o el adolescente drogadicto que desea poner fin a su virginidad.
“Uno de los dudosos méritos de esta colección de cuentos es que nos obliga a ser valientes. No es que sus historias sórdidas y sus personajes grotescos despierten en los lectores algún sentimiento de indignación, de arrepentimiento o vergüenza, que de todas maneras serían inútiles y tardíos, que los hiera o los lastime. No. Sencillamente nos empujan, nos precipitan a ese vacío que, por otra parte, ya desde antes nos reclamaba, nos tentaba a desgajarnos de ese ganchito sangriento que nos mantiene agarrados al sistema mientras la mayor parte de nuestra humanidad ondea como piltrafa en el aire saturado de moscas. Es un problema de gravedad e inercia, de fuerzas centrífugas y centrípetas, de cordura y locura, de saber o no saber si vale o no la pena y del que ya no estaríamos conscientes ni angustiados si finalmente nos decidiéramos por el salto y la nada”, comenta Juan B. Juárez en el prólogo de este libro.
Eduardo Juárez, además, ha producido videos, en los cuales relata de modo visual sus cuentos, como “A un dios, con cariño”, incluido en Serenatas al hastío.
“Eduardo Juárez pertenece a la primera generación de escritores guatemaltecos posmodernos, lo cual no es precisamente un cumplido. Pero es esa generación desesperada para la cual la tradición literaria no cuenta mayor cosa y que, urgida por hacer algo que la salve del o la condena al hastío, la escritura es el único hecho que les cabe producir. Sus libros, por lo tanto, son como manotazos para espantar moscas y no necesitan prólogos, pues no están hechos para las clases ociosas (las cuales, por otro lado, ya no existen: sólo existe el sistema), sino que más bien exigen de cada lector un epílogo en el que cada quien registre la experiencia de su lectura. Pues, efectivamente, libros como ‘Serenatas al hastío’ no son obras de la imaginación, no son ficciones en el sentido tradicional del término: son el hecho concreto que sucede, que acontece y que deviene no en una ampliación de la cultura literaria sino en una experimentación de vida”, revela el prologuista.
Juárez, Eduardo. Serenatas al hastío. Guatemala: Letra Negra, 2007. 165 páginas. ISBN: 99922-42-59-3.
Eduardo Juárez, escritor guatemalteco, ha publicado, además de Serenatas al hastío, Mariposas del vértigo (Letra Negra, 2005) y Retrato de borracho con país (Palo de Hormigo, 2008).
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