Cuando ya faltaban cuatro minutos para el final del partido
entre Estados Unidos y Guatemala, Carlos “el Pescado” Ruiz fue sustituido por
Dwight Pezzarossi. Su esfuerzo durante todo el partido le provocó finalmente la
sobrecarga en los músculos y se desgarró. Al salir, no solo dejaba el partido,
sino que significaba su despedida con la Selección de Futbol.
En la presente eliminatoria, Carlos Ruiz anotó seis goles,
que se sumaron a los 55 anotaciones marcadas con la Azul y Blanco, que lo
convierte en el máximo goleador de todos los tiempos con la Selección de
Guatemala. “El Pescado” confirmó anoche que ya no jugará de nuevo un partido
oficial con la Selección, lo que pone fin a una generación de la que él fue el
referente.
Ruiz lideró una generación que, quizá, es la que más
posibilidades ha tenido para ir a un Mundial, especialmente cuando se juntó con
la generación anterior, con la del Pin Plata, el Chino Ruano y el Gato Estrada,
entre otros. Ahora, con la eliminación de Guatemala camino al Mundial de Brasil
2014, se deben poner, otra vez, las barbas en remojo, y pensar en un nuevo
proceso. Y es que aunque la clasificación hacia Rusia 2018 suene bastante
lejano, casi siempre los procesos los iniciamos tarde.
EL PROCESO DE ALMEIDA
En mayo de 2010, Ever Hugo Almeida asumió el presente
proceso de selección, con la esperanza de llegar por primera vez a un Mundial.
Su referente siempre fue Carlos Ruiz, a tal punto que el Pescado había
advertido que solo regresaría a la Bicolor de la mano del paraguayo. Y así fue.
Almeida debió enfrentar varios contratiempos durante la
presente eliminatoria. El peor de todos fue la denuncia de amaños de partidos,
que condujo a la suspensión de por vida de “el Pando” Ramírez, Gustavo Cabrera
y Yony Flores.
“El Pando” ya no era titular indiscutible, pero Cabrera y
Flores eran la base de la defensa. A ello hay que agregar la mala racha en las
lesiones de los defensores nacionales, desde Cristian Noriega, con una larga
recuperación, y recientemente las de Luis Rodríguez y Carlos Gallardo.
Con estas cinco bajas de los mejores defensores del país,
era difícil encontrar más. Tuvo que recurrir al juvenil Elías Enoc Vásquez,
quien lideró a la Selección Sub-20 en el primer Mundial menor al que asistió
Guatemala, de la mano de Almeida, y tuvo que recurrir a la Primera División
para encontrar a su otro defensor, Rubén Morales.
¿Pero esto se debe considerar como un acierto, o como una
necedad? Almeida se ha caracterizado por no salir de sus moldes, en confiar
ciegamente en algunos jugadores, que quizá no son del agrado de muchos. ¿Acaso
no había otros defensores? Para el gusto particular de cada aficionado,
seguramente que sí.
De la misma forma, podría ser criticable la insistencia de
Almeida en ciertas figuras, algunas incluso con dudas razonables para no ser
siquiera convocados. Por ejemplo, Wilfred Velásquez, que sin duda era titular
hace un año, pero que una lesión lo ha alejado de jugar, primero por la
recuperación y después porque no juega en Comunicaciones por decisión técnica.
Asimismo, Manuel León, que no es titular indiscutible en
Xelajú, M.C. De la misma forma, Carlos Ruiz que pese a haber sido el mejor
jugador de la eliminatoria, cabe resaltar que no tiene equipo, por lo que no
tiene ritmo futbolístico, al igual que Léster Gregory Ruiz, que sin jugar fue
convocado.
Y a ello hay que sumarle que los dos únicos legionarios del
país, Marco Pablo Pappa y Minor López Campollo, no fueron titulares. Dudas que
podrían dar motivos para interrogar seriamente a Almeida.
En todo caso, las dudas surgen ahora con la eliminación,
pero que si se hubiera alcanzado el pase a la Hexagonal final, no se estuvieran
preguntando acerca de la seriedad de Almeida.
Pero hay dos puntos en qué pensar sobre esto. En realidad,
ni Almeida ni otro seleccionador que hubiese estado en el cargo, hubiera tenido
mucho material humano disponible; es decir, la mayoría de equipos de la Liga
Nacional ocupan sus puestos clave con extranjeros, por lo que, en realidad, no
hay muchos nacionales. Incluso, se sigue con la estrategia de nacionalizar a
centroamericanos, por lo que finalmente los equipos tienen su columna vertebral
conformada por extranjeros, más otros jugadores nacionales de relleno.
El segundo punto es aceptar que Guatemala nunca fue
dominante. Y que en caso de haber pasado a la Hexagonal, hubiera sido el más
firme candidato a ocupar la última posición, sobre todo por el poderío de
México y Estados Unidos, especialmente, y también de Honduras, Costa Rica y
Panamá, que desde hace años tienen mejor futbol que Guatemala.
Pero ello también conduce a pensar en un tercer punto: un
seleccionador guatemalteco hubiera tenido el mismo resultado que Almeida, y
hubiera salido más barato, en cuestión de salario.
Ante esto, lo importante es reconocerlo y empezar a trabajar
ya en el siguiente proceso.
PUNTOS POR TRABAJAR
En primer lugar, la Federación de Futbol debe retomar su
función, no solo como administrador de los fondos monetarios de las selecciones
nacionales, sino como el director de las políticas para el desarrollo del balompié.
Desde hace años, la Fedefut liberó a las ligas para que hagan con las distintas
divisiones lo que quieran.
Una primera política general por retomar es establecer que
en la Liga Nacional solo sea permitido dos jugadores extranjeros (mejor dicho,
no seleccionable) por equipo. Y que la Primera, Segunda y Tercera División no
tengan extranjeros (ni siquiera nacionalizados o naturalizados).
La segunda es popularizar las divisiones más bajas (Tercera
y Segunda División), para que éstas tengan más equipos y, por tanto, más
jugadores. La popularización también debe incluir un trabajo general de la CDAG
y de los Ministerios de Cultura y Educación, para abrir los establecimientos
deportivos, porque éstos usualmente permanecen cerrados.
Tercero, hay que crear políticas para que el futbol de
Guatemala se vuelva exportador de jugadores. En el extranjero, ha habido más
interés en otros jugadores, pero los mismos equipos dificultan la salida de
éstos, pensando solo en el torneo local. Exportando más jugadores, no solo se
les da experiencia internacional, sino que se abren más espacios para los
jóvenes jugadores.
Ejemplo de que esto no se cumple es que la muy aclamada
Selección Sub-20 que asistió al Mundial menor, muy pocos están jugando como
titulares, porque los jugadores más experimentados siguen ocupando esos
puestos.
Y, cuarto, hay que propiciar que más entrenadores guatemaltecos
se formen académicamente y tengan espacios para dirigir equipos. En la Liga
Nacional, los equipos más exitosos siguen sin confiar en los nacionales, y se
ha optado por entrenadores costarricenses, hondureños, argentinos y hasta
colombianos. Con esta tendencia, no debe extrañarnos que la Fedefut haya
confiado en un paraguayo para la Selección; un extranjero, en caso de no
clasificar a un Mundial, simplemente cobra y se regresa a su país, mientras que
un nacional tiene un punto de presión más, porque debe continuar en el país.
Por último, desde el ámbito político, también se hace
necesario que se reforme la Ley del Deporte, para que los jugadores federados
elijan a sus autoridades. Actualmente, los deportistas no tienen voz ni voto
para elegirlos, por lo que es un aspecto mínimo que desde el Congreso de la
República se puede mejorar.
“El Pescado” Ruiz dice que en un futuro desea ser dirigente
futbolístico; quizá él que vivió y sufrió el ser futbolista en Guatemala, sepa
cuáles son las reformas necesarias para que el futbol prospere. Porque la
Selección no debe ser solo un motivo de decepción o para hacer negocios lícitos
(publicidad, eventos, taquillas) o ilícitos (mercado negro), sino que un modelo
de desarrollo, una opción más para la juventud guatemalteca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario