La algarabía duró por varios días, sobre todo porque el decreto falso estaba tan bien hecho, que la mayoría no dudó de su veracidad. Solo cuando la broma trascendió las redes sociales y se empezó a publicar, como si fuera cierto, en los medios de comunicación, nacionales y extranjeros, que algunos entendidos en materia del Organismo Legislativo entraron a desmentir la noticia, no sin antes dudar ellos también.
Varias lecciones valiosas se pueden obtener, desde las más jocosas hasta las más preocupantes. En primer lugar, entre las risibles, se encuentra que los guatemaltecos vemos que el actual Congreso, con sus farandulescos diputados, serían capaces de preocuparse por emitir un decreto de esa naturaleza. Y que, además, el actual presidente sancionaría dicha ley, porque, cabe recordar, que previo a publicarse en el Diario de Centro América debe llevar el visto bueno del mandatario del Ejecutivo.
Y es que no sería la primera vez que el Congreso yerra (o erra, según ya aceptó el DRAE) en materia de leyes. Por ejemplo, la Ley de Actualización Tributaria que recién se aprobó a principios del año y antes de julio ya se encontraba prácticamente deslegislada por partes.
Otro ejemplo es aquella ley del Fomento del Turismo Interno, Decreto 42-2010, en que el entonces presidente del Congreso y actual precandidato a la Presidencia, Roberto Alejos, impulsó para que los asuetos y los feriados se corrieran para lunes o viernes, según la proximidad, con la finalidad de crear fines de semana más largos y que ello incentivara a los ciudadanos a visitar nuestro país. Pero la ley contiene numerosas excepciones que nulificaron su impacto, puesto que únicamente para el 30 de junio califica esa ley.
Esto es en los casos graciosos, porque existen otros en que los diputados la han embarrado, como los fallos en la Ley de Armas y Municiones (que prácticamente no cambió la situación) o la Ley de Comisiones de Postulación (que solo hizo a las mafias que se organizaran con mayor tiempo para elegir a sus magistrados y otras figuras públicas).
Teniendo en cuenta este historial, no sería extraño que los diputados de repente nos sorprendieran y prohibieran el reaguettón, o bien que penalizaran bailar o sembrar flores, por poner un ejemplo, absurdo, pero temible ante las evidencias de nuestros “padres de la patria”.
Pero, por otro lado, la mayor lección que debemos aprender de este asunto del decreto falso de la prohibición del reagguetón debe ser recibida por los ciudadanos. Según esa broma, se trataba del Decreto 34-2013, lo cual evidenciaba, desde su inicio su falsedad, puesto que hasta la semana pasada, los diputados apenas habían aprobado once decretos, y el jueves decretaron los número 12 y 13, muy lejos aún del número 34.
La producción del Congreso ha sido muy baja este año, en donde apenas se han aprobado cuatro leyes nuevas: Actualización Tributaria -que prácticamente ya está deslegislada-, Ley de Equipos de Terminales Móviles -que penaliza el robo, reactivación y venta de celulares robados-, la Ley contra el Cambio Climático y la Ley de Transparencia; dos reformas de ley: la del Código Procesal Penal -que endurece las sanciones por reincidencia en tenencia de armas ilegales- y la Ley de Propiedad Intelectual -como parte de la ratificación del acuerdo comercial con Europa-.
Además, ha ratificado tres acuerdos comerciales: el TLC con Perú, la armonización del TLC con México, el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, y un acuerdo de complementación económica con Estados Unidos. Y el resto han sido ratificaciones y prórrogas de Estados de Prevención, además de los tres decretos de exención de impuestos que le quitaron los dientes a la Ley de Actualización Tributaria.
Si bien nos va, llegaremos al mismo número de decretos que el año pasado, 34. Cabe resaltar que entre 1945 y 1959 -la época con cambios políticos más constantes del país- lo usual era que el Congreso aprobara entre 200 y 800 resoluciones, la mayoría de ellas decretos.
Con ese decreto falso de la prohibición del reaguettón en Guatemala solo demuestra el profundo desconocimiento que tenemos de lo que están haciendo nuestros diputados. Ni siquiera sabemos cuántos decretos llevan aprobados este año, ni qué iniciativas de ley están en agenda. Con ciudadanos así, con razón los funcionarios y diputados hacen lo que quieren.
Quizá algunos sueñen con el día en que los diputados prohíban el reaguettón, mientras que otros preferirían un Congreso más certero y que aprobara, por ejemplo, una Ley Electoral y de Partidos Políticos que permitiera la “democratización de la democracia”. Pero para que ello suceda, debemos estar más pendientes de lo que hacen y no hacen los diputados, magistrados, fiscales, ministro y Presidente. Solo así podemos hacer una verdadera presión y que las políticas públicas y leyes del país vayan a favor de nuestros intereses.
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